Mai, mira-me as mans, las trayo buedas, lasas d’amar... Son dos alas d’un biello pardal que no puede sisquiera bolar. Mai, mira-me os güellos, n’o zielo perdius n’un fondo silenzio... Son dos purnas chitadas d’o fuego que no alumbran ni matan o chelo. Mai, mira-me l’alma aflamada de sete, enxuta d’asperanza... Ye un campo labrau an no i crexen que allagas que punchan a bida dica que la matan. Mai, mira-me á yo. ¿Me reconoxes, mai? Fue o tuyo ninón... Güei só un ombre que no sé como só. Mai, ¿me reconoxes? ¡¡MAI, ¿ni sisquiera tú?!! |
Madre, mírame las manos, las traigo vacías, faltas de amar... Son dos alas de un viejo gorrión que no puede ni siquiera volar. Madre, mírame los ojos, en el cielo perdidos en un hondo silencio... Son dos chispas arrojadas del fuego que no alumbran ni matan el hielo. Madre, mírame el alma agostada de sed, seca de esperanza... Es un campo labrado donde sólo crecen aliagas que pinchan la vida hasta matarla. Madre, mírame a mí. ¿Me reconoces madre? Fui tu niño... Hoy soy un hombre que no sé como soy. Madre, ¿me reconoces? ¡¡MADRE, ¿ni siquiera tú?!! |
Ánchel Conte
José Antonio Labordeta y Gabriel Sopeña
Olga y los Ministriles
Ánchel Conte