martes, diciembre 01, 2015

No cesará este rayo




¿No cesará este rayo que me habita
el corazón de exasperadas fieras
y de fraguas coléricas y herreras
donde el metal más fresco se marchita?

¿No cesará esta terca estalactita
de cultivar sus duras cabelleras
como espadas y rígidas hogueras
hacia mi corazón que muge y grita?

Este rayo ni cesa ni se agota:
de mí mismo tomó su procedencia
y ejercita en mí mismo sus furores.

Esta obstinada piedra de mí brota
y sobre mí dirige la insistencia
de sus lluviosos rayos destructores.

Miguel Hernández

Jarcha

sábado, noviembre 28, 2015

Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros





Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros,
Ni el onda con sus rumores, ni con su brillo los astros,
Lo dicen, pero no es cierto, pues siempre cuando yo paso,
De mí murmuran y exclaman:
                                                            —Ahí va la loca soñando
Con la eterna primavera de la vida y de los campos,
Y ya bien pronto, bien pronto, tendrá los cabellos canos,
Y ve temblando, aterida, que cubre la escarcha el prado.
—Hay canas en mi cabeza, hay en los prados escarcha,
Mas yo prosigo soñando, pobre, incurable sonámbula,
Con la eterna primavera de la vida que se apaga
Y la perenne frescura de los campos y las almas,
Aunque los unos se agostan y aunque las otras se abrasan.
Astros y fuentes y flores, no murmuréis de mis sueños,
Sin ellos, ¿cómo admiraros ni cómo vivir sin ellos?

Rosalía de Castro

Carlos Núñez y Anabela


jueves, octubre 22, 2015

El hombre imaginario




El hombre imaginario
vive en una mansión imaginaria
rodeada de árboles imaginarios
a la orilla de un río imaginario

De los muros que son imaginarios
penden antiguos cuadros imaginarios
irreparables grietas imaginarias
que representan hechos imaginarios
ocurridos en mundos imaginarios
en lugares y tiempos imaginarios

Todas las tardes tardes imaginarias
sube las escaleras imaginarias
y se asoma al balcón imaginario
a mirar el paisaje imaginario
que consiste en un valle imaginario
circundado de cerros imaginarios

Sombras imaginarias
vienen por el camino imaginario
entonando canciones imaginarias
a la muerte del sol imaginario

Y en las noches de luna imaginaria
sueña con la mujer imaginaria
que le brindó su amor imaginario
vuelve a sentir ese mismo dolor
ese mismo placer imaginario
y vuelve a palpitar
el corazón del hombre imaginario.

Nicanor Parra

miércoles, octubre 21, 2015

Contigo




¿Mi tierra?
Mi tierra eres tú.

¿Mi gente?
Mi gente eres tú.

El destierro y la muerte
para mi están adonde
no estés tú.

¿Y mi vida?
Dime, mi vida,
¿qué es, si no eres tú?

Luis Cernuda

1964



I

Ya no es mágico el mundo. Te han dejado.
Ya no compartirás la clara luna
ni los lentos jardines. Ya no hay una
luna que no sea espejo del pasado,

cristal de soledad, sol de agonías.
Adiós las mutuas manos y las sienes
que acercaba el amor. Hoy solo tienes
la fiel memoria y los desiertos días.

Nadie pierde (repites vanamente)
sino lo que no tiene y no ha tenido
nunca, pero no basta ser valiente

para aprender el arte del olvido.
Un símbolo, una rosa, te desgarra
y te puede matar una guitarra.

II

Ya no seré feliz. Tal vez no importa.
Hay tantas otras cosas en el mundo;
un instante cualquiera es más profundo
y diverso que el mar. La vida es corta

y aunque las horas son tan largas, una
oscura maravilla nos acecha,
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha
que nos libra del sol y de la luna

y del amor. La dicha que me diste
y me quitaste debe ser borrada;
lo que era todo tiene que ser nada.

Sólo me queda el goce de estar triste,
esa vana costumbre que me inclina
al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.

Jorge Luis Borges

Vicente Monera

Jairo

martes, octubre 20, 2015

Las nubes




Inútilmente interrogas.
Tus ojos miran al cielo.
Buscas, mirando a las nubes,
huellas que se llevó el viento.

Buscas las manos calientes,
los rostros de los que fueron,
el círculo donde yerran
tocando sus instrumentos.

Nubes que eran ritmo, canto
sin final y sin comienzo,
campanas de espumas pálidas
volteando su secreto,

palmas de mármol, criaturas
girando al compás del tiempo,
imitándole a la vida
su perpetuo movimiento.

Inútilmente interrogas
desde tus párpados ciegos.
¿Qué haces mirando a las nubes,
José Hierro?

José Hierro

Inés Fonseca

Vicente Monera

Poetas (Vicente Monera y Aitor Irayzoz)

lunes, octubre 19, 2015

Yo no soy yo


Yo no soy yo.
Soy este
que va a mi lado sin yo verlo,
que, a veces, voy a ver,
y que, a veces olvido.

El que calla, sereno, cuando hablo,
el que perdona, dulce, cuando odio,
el que pasea por donde no estoy,
el que quedará en pie cuando yo muera.

Juan Ramón Jiménez

Javier Bergia y Begoña Olavide

domingo, octubre 18, 2015

Canción rota


Siempre que iba a cantar
algo se interponía
y a mí no me importaba,
¡había tanto tiempo!

Mi canción se quedaba en el alero,
confiada,
meciéndose en la espera
cuajada de horizontes.

Si alguna vez con mudo gesto
antiguo
acaricio las cuerdas,
el aire se retira
y el corazón me late nuevamente
con aquellos latidos turbulentos,
heraldos de mi canto.

¡Ay, mi canción truncada!
Yo nunca tenía prisa
y la dejaba siempre,
amor,
para después.

Carmen Martín Gaite

Javier Bergia y Begoña Olavide

Oración




A vosotros,
que cortáis la manzana de la muerte
con el anonimato de una guerra,
os pido caridad.
Por un Dios
en el que jamás he creído.
Por una Justicia
de la que desconfío.
Por el orden de un Mundo
que no respeto.
Para que renunciéis a vuestra guerra,
yo renuncio a mis dudas,
que son parte de mí
como la luz amarga
es parte del otoño.
Y escribo Dios, Justicia, Mundo,
y os pido caridad,
y os lo suplico.

Luis García Montero

Miguel Ríos

Galerías




Yo he visto mi alma en sueños...
En el etéreo espacio
donde los mundos giran,
un astro loco, un raudo
cometa con los rojos
cabellos incendiados...
Yo he visto mi alma en sueños
cual río plateado,
de rizas ondas lentas
que fluyen dormitando...
Yo he visto mi alma en sueños
era un estrecho y largo
corredor tenebroso,
de fondo iluminado....
Acaso mi alma tenga
risueña luz de campo,
y sus aromas lleguen
de allá, del fondo claro...
Yo he visto mi alma en sueños...
Era un desierto llano
y un árbol seco y roto
hacia el camino blanco.

Antonio Machado

Javier Bergia y Begoña Olavide

miércoles, octubre 14, 2015

Nana a la nena de la pena


Nana nena
(duerme pena).
Nana nena,
yo te acaricio
la melena.
Nana nena,
mañana serás
más buena.
Nana nena,
te acunan los hippies
del Sena.
Nana nena.
No dormiremos
la Nochebuena.
Ahora sí,
duerme nena
duerme pena
nana nena…
(¡La que se duerme soy yo!)

Gloria Fuertes

Silvia Comes

martes, octubre 13, 2015

Desaparecidos


Están en algun sitio / concertados
desconcertados / sordos,
buscándose / buscándonos
bloqueados por los signos y las dudas
contemplando las verjas de las plazas
los timbres de las puertas / las viejas azoteas
ordenando sus sueños, sus olvidos
quizá convalecientes de su muerte privada

nadie les ha explicado con certeza
si ya se fueron o si no
si son pancartas o temblores
sobrevivientes o responsos

ven pasar árboles y pájaros
e ignoran a qué sombra pertenecen

cuando empezaron a desaparecer
hace tres cinco, siete ceremonias
a desaparecer como sin sangre
como sin rostro, y sin motivo
vieron por la ventana de su ausencia
lo que quedaba atrás / ese andamiaje
de abrazos cielo y humo

cuando empezaron a desaparecer
como el oasis en los espejismos
a desaparecer sin últimas palabras
tenían en sus manos los trocitos
de cosas que querían

están en algún sitio / nube o tumba
están en algún sitio / estoy seguro
allá en el sur del alma
es posible que hayan extraviado la brújula
y hoy, vaguen preguntando preguntando
dónde carajo queda el buen amor
porque vienen del odio

Mario Benedetti

Mario Benedetti

martes, octubre 06, 2015

Romance del desterrado


¡Ay, nuevos campos perdidos,
campos de mi mala suerte!
Ahí se quedan tus olivos
y tus naranjos nacientes.

Brilla el agua en tus acequias,
surcan la tierra tus bueyes
y yo cruzo tus caminos
y jamás volveré a verte.

Los tiernos brazos del trigo
entre tus vientos se mueren.
¡Ay, los brazos de mi sangre
son molinos de mi muerte!

No tengo casa ni amigo,
ni tengo un lecho caliente,
ni pan que calme mis hambres,
ni palabra que me aliente.

¡Ay, cuerpos desheredados!
¿Cómo tu cuerpo sostienes,
si al que corta tus raíces
tu fresca sombra le ofreces?

Mal cuerpo me ha dado el mundo;
mal árbol, que ni florece,
ni puede tener seguro
fruto que en su rama crece.

¡Ay, el valor de mis manos!
¡Ay, los ojos de mi frente!
¡Ay, bajo la luz del alba!
¡Ay, bajo la sombra fuerte!

Ya siempre andarán despiertos,
despiertos sin conocerme,
que solo miran al viento
por donde sus penas vienen.

¡Ay campo, campo lejano,
donde mi color se muere;
nunca encontrarás mi olvido
si he de olvidar el perderte!

Emilio Prados

Paco Ibáñez

Historia conocida




Es una historia conocida, amigos,
todos la recordamos,
—viento del pueblo se perdió en el pueblo—
pero no ha terminado.

Hace tiempo hubo un hombre entre nosotros,
alegre, iluminado,
que amó y vivió, cantaba hasta en la muerte,
libre como los pájaros.

¡Qué bonito sería! Nace, escribe,
muere desamparado.
Se estudian sus poemas, se le cita,
y a otra cosa, muchachos.

Pero su nombre continúa, sigue,
como nosotros, esperando
el día en que este asunto, y otros muchos,
se den por terminados.

¡Qué bonito sería! Nace, escribe,
muere desamparado.

José Agustín Goytisolo

Joan Manuel Serrat

Paco Ibáñez

lunes, octubre 05, 2015

La lluvia


Bruscamente la tarde se ha aclarado
porque ya cae la lluvia minuciosa.
Cae o cayó. La lluvia es una cosa
que sin duda sucede en el pasado.

Quien la oye caer ha recobrado
el tiempo en que la suerte venturosa
le reveló una flor llamada rosa
y el curioso color del colorado.

Esta lluvia que ciega los cristales
alegrará en perdidos arrabales
las negras uvas de una parra en cierto

patio que ya no existe. La mojada
tarde me trae la voz, la voz deseada,
de mi padre que vuelve y que no ha muerto.

Jorge Luis Borges

Miguel Poveda. (Música de Pedro Guerra)

El Cabrero

Alberto Cortez

viernes, octubre 02, 2015

Ser flor de mi pueblo


Quisiera cantar:
ser flor de mi pueblo.
Que me paciera una vaca
de mi pueblo.
Que me llevara en la oreja
un labriego de mi pueblo.
Que me escuchara la luna
de mi pueblo.
Que me mojaran los mares
y los ríos de mi pueblo.
Que me cortara una niña
de mi pueblo.
Que me enterrara la tierra
del corazón de mi pueblo.
Porque, ya ves, estoy solo,
sin mi pueblo.
(Aunque no estoy
sin mi pueblo).

Rafael Alberti

Luis Pastor

Daniel Viglietti

martes, septiembre 29, 2015

La tempestad


Lleva gafas muy gruesas
y un ajado impermeable.
Está muerta de miedo.
A duras penas, grita.
Con los pies y los puños
la emprende con la puerta
blindada del garaje.
Uno de los tacones
se le rompe. Se quita
los zapatos. Descalza,
es mayor todavía
su desamparo. Sigue
golpeando hasta hacerse
sangre. Todo es inútil.
Ya se acercan. El cielo
se rompe en mil pedazos.

Luis Alberto de Cuenca

Loquillo


Luis Alberto de Cuenca, Premio Nacional de Poesía 2015

El encuentro




En Salamanca, el último noviembre,
te encontré por la calle, tan delgada
como entonces, pero con más arrugas.
Dabas clase de no sé qué muy raro
(Textología, por ejemplo) y eras
muy feliz explicando a tus alumnos
lo divino y lo humano. Me dijiste
que tus hijos quedaron en Madrid,
con su padre, y que solo los veías
-ya eran mayores- tres o cuatro veces
al año; que te habías doctorado
(¡por fin!) y que ahora solo te faltaba
ser funcionaria para ver el mundo
desde el lugar que merecías.
Yo
te dije que bueno, que pasaba
por allí casualmente, que tenía
un amigo escritor en Salamanca
y que había venido a visitarlo.
¿Tú me dijiste: “¿Tienes mucha prisa
o podemos tomarnos algo juntos?”
 Después de muchas copas, con el alba
siguiendo nuestra pista, te lo dije:
“Desde entonces no ha habido otra mujer”.
Y en mi interior bullía la mentira
al alimón con el deseo, y todo
-aquel horrible bar, tú y yo, la noche-
era tan esperpéntico y absurdo
que se parecía a la vida.

Luis Alberto de Cuenca

Loquillo

lunes, septiembre 28, 2015

La malcasada


Me dices que Juan Luis no te comprende,
que solo piensa en sus computadoras
y que no te hace caso por las noches.
Me dices que tus hijos no te sirven,
que solo dan problemas, que se aburren
de todo y que estás harta de aguantarlos.
Me dices que tus padres ya están viejos,
que se han vuelto tacaños y egoístas
y ya no eres su reina como antes.
Me dices que has cumplido los cuarenta
y que no es fácil empezar de nuevo,
que los únicos hombres con que tratas
son colegas de Juan en IBM
y no te gustan los ejecutivos.
Y yo, ¿qué es lo que pinto en esta historia?
¿Qué quieres que haga yo? ¿Que mate a alguien?
¿Que dé un golpe de estado libertario?
Te quise como un loco. No lo niego.
Pero eso fue hace mucho, cuando el mundo
era una reluciente madrugada
que no quisiste compartir conmigo.
La nostalgia es un burdo pasatiempo.
Vuelve a ser la que fuiste. Ve a un gimnasio,
píntate más, alisa tus arrugas
y ponte ropa sexy, no seas tonta,
que a lo mejor Juan Luis vuelve a mimarte,
y tus hijos se van a un campamento,
y tus padres se mueren.

Luis Alberto de Cuenca

Loquillo

domingo, septiembre 27, 2015

Hago cosas raras




Digamos que hago cosas raras.
No me gustan los caminos rectos si no son hasta tu boca.
Por eso dí un rodeo hasta para olvidarte.
Y nunca quise olvidarte pero me va haciendo falta.
Y he seguido haciendo cosas raras.
He intentado descolgarme las heridas de la piel.
Igual que una camiseta de la cuerda de tender.
Lo mismo que un cuadro de un museo.
Volví a conducir rápido. Suicida.
Para adelantar de noche a mis temores.
Como digo, hago cosas raras.
Te busco en los botes vacíos de la despensa.
Aún veo a la primavera temblar en nuestras fotos.
En las discotecas sólo hay fast food.
Ningún alma que llevarse a la boca.
Me hago un torniquete en la memoria.
Para que no se desboquen los recuerdos.
Por si lo olvidaste, hago cosas raras.
Y corro, de un lugar a otro.
Mi cabeza ya lo entiende pero no mi corazón.
Corro hacia las piernas de la noche.
Corro hacia las sílabas de otro cuerpo.
Corro, corro, corro.
Y no sirve de nada.
Y lo sigo haciendo.
Y no sirve de nada.
Y lo sigo haciendo.
Y no sirve de nada.
Y lo sigo haciendo.
Y no sirve de nada.
Si algo he aprendido es que
se puede huir de todo menos de lo que se pierde.
Marwan Abu-Tahoun Recio

Refugiados


¿Has entrado en los ojos de un refugiado?
¿Has visto las puertas del desánimo?

¿Has ido descalzo por los pasillos del dolor
que se abre en sus cabezas?

¿Has visto la larga fila de la desgracia
caminar desde el horror hacia lo incierto?

¿Sabes que mi padre es palestino?
¿Sabes que mi padre es refugiado?
¿Has dejado tu infancia y tu adolescencia
en un lugar para ir a buscarte lejos de quien fuiste?

¿Has visto la piel de Europa cubierta de blindajes,
sus fronteras cayendo sobre el corazón
de los niños de la guerra,
de los padres más rotos del mundo?

¿Te das cuenta de esas vallas
que frenan el destino de quien
nació con menos suerte que nosotros?

¿Sabes si las hormigas de esperanza
pueden con las ballenas de tristeza de sus hombros?

¿Has visto las maletas llenas de nada
de quien deja atrás su vida para siempre?

¿Has ido a tientas por un mundo ciego
que no recuerda que tú y yo fuimos ellos no hace mucho?

¿Has visto los pies y los omóplatos
de quien oye el ruido de las bombas a su espalda?

¿Y el lujo en las tiendas de campaña?
¿Lo has visto? ¿De verdad?

¿Has visto a los gobiernos sortearse
el porvenir de los más tristes del mundo?
¿Y la realidad reducida a sucias cifras,
la inhumanidad de la burocracia?

¿Y viste a este planeta
permitiendo la carnicería que trajo estos lodos,
el doble rasero que hay en cada guerra?

¿Has visto eso?
¿Todo ese dolor?
¿Y no has visto a tus hijos en los ojos de esos niños?

Marwan Abu-Tahoun Recio

Ángel Puente

lunes, septiembre 07, 2015

Mi gigante preferido




Me trae un vaso de leche, de noche cuando le llamo.
y me lee: El faro de los corazones extraviados.
De sus viajes me trae libros y máscaras de Venecia,
caleidoscopios, prismáticos y una muñeca de cuerda.

Escribe de madrugada versos que aún no entiendo.
-Si gano este premio, Alba, te compraré la Nintendo.
Me hace un pollo asado para chuparse los dedos
y chocolate con churros en los domingos de invierno.

Mi gigante preferido tiene las manos calientes,
tiene ojeras mi gigante pero nunca me miente.
Mi gigante preferido –se lo digo- fuma mucho,
y me trae chocolatinas, chocolatinas,
chocolatinas del mundo.

A veces nos peleamos; entonces desde el salón
le escribo un correíllo para pedirle perdón.
Jugamos al Veo veo, cuando vamos en el coche,
recogemos conchas, huesos de sepia y chapapote.
Si un día se pone malo mi gigante preferido
le llevaré a ese faro de corazones perdidos.

Mi gigante preferido tiene las manos calientes,
tiene ojeras mi gigante pero nunca me miente.
Mi gigante preferido –se lo digo- fuma mucho,
y me trae y me trae chocolatinas, chocolatinas,
chocolatinas del mundo.

Ángel Petisme

Ángel Petisme

viernes, septiembre 04, 2015

Ya verás muñeca


Ya verás, muñeca,
cuando el fuego derrita
tu cara de cera.

Ya verás, bonita,
cuando el hielo congele
tus lagrimitas.

Ya verás, hermosa,
cuando el viento deshoje
tu rosa.

Ya verás, criatura,
cuando salte el cristal
de tu cintura.

Pero tú avanza,avanza, avanza,
que no se pare la danza.
Pero tú baila, hermosa, baila,
y que se vea el caos
bajo tu falda.

Baila, niña, baila,
zapatillas rojas
que nunca descansan.

Salta, niña, salta,
suéltate el collar
de la garganta.

Vuelve, niña blanca,
a mis ojos tus dedos
de agua.

Gira, niña, gira,
que siendo tú tantas
eres la misma.

Qué locas ideas
las que a ti desde chica,
te traen y te llevan.

Libre como el aire
sueñas con ser de todos
y ser de nadie

Flor de las mujeres
que no te prenda el cepo
de nieve

El reloj de oro
de tu corazón,
leve tesoro.

Isabel Escudero

Amancio Prada

martes, septiembre 01, 2015

Un gallo es un ángel




Un gallo es un ángel
que perdió la fe,
y da fe de ello
cada amanecer.

Mira el ratón al gato
y el gato al ratón:
aquí cada uno cumple
con su obligación.

Era mentira
tu libertad:
te dieron cuerda, muñeco,
y tú a bailar.

Dibujando el  mundo,
Dios con su compás,
hizo los ríos torcidos
por disimular.

Isabel Escudero

Antonio Selfa

Dulce vino de olvido


Dulce vino de olvido en tu vaso tenías
y yo vi claro
que por más que te hablara no me oirías:
dulce vino de olvido en tu vaso tenías.

Ese niño que tienes mi rostro conocía
y por tu causa
moriré en su recuerdo día a día.
Ese niño que tienes mi rostro conocía.

Ojalá te dejaran las palabras que digo
por un momento
el amargo sabor que va conmigo.
Ojalá te dejaran las palabras que digo.

Ese niño que tienes mi nombre decía,
él me llamaba
y a mí el oír su voz me revivía.
Ese niño que tienes mi nombre se sabía.
¡Ay!

Como flores que nacen de una rama
arrancada
salen mis versos
sabiendo que su suerte está ya echada.
Como flores que nacen de una rama
arrancada.

Chicho Sánchez Ferlosio

Amancio Prada

lunes, agosto 31, 2015

Canción sin causa ni fin




¿Quién mece la cuna,
la cuna en el aire?:
La cuna vacía
no la mece nadie.

¿Quién mueve la luna
por el firmamento?:
a la luna nadie
le da mandamientos.

¿Quién mueve las nubes
por el cielo azul?:
no las mueve nadie
ni las mueves tú.

¿Quién mueve las olas
del inquieto mar?:
si nada las mueve
no se pararán.

Isabel Escudero

Violeta y Antonio Selfa

domingo, agosto 30, 2015

Sereno estoy




Sereno estoy como la mar
serena.
Acude, amiga, a sollozar
tu pena.

No sepa ni diga
mi amiga carnal
que tiene el corazón
de sal.

Sereno estoy como la noche
serena:
¡Qué tiempo, amiga, qué derroche
de arena!

No espere ni quiera
mi amor la fortuna
de que en su pozo caiga
la luna.

Sereno estoy si tú lo estás
(serena).
Si yo soy bueno, tú eres más
que buena.

No esperes ni quieras,
amor; y llorar,
así como la noche
y el mar.

Agustín García Calvo

Antonio Selfa

sábado, agosto 29, 2015

Con, de, en, tras Pablo Picasso



Cuando la vida embiste o rompe dentro
a toda luz, con todo sarcasmo,
Pablo Picasso-

Donde el mundo descompone su sistema
y en un clavo que da cuelga el harapo,
Pablo Picasso-

Tras las visibles mentiras siempre en blanco,
lo invisible y al rojo de tus cuadros,
Pablo Picasso-

En este cielo-infierno de los medios,
bajo un sol de justicia, toreando,
Pablo Picasso-

Con la estructura del ojo ferozmente
mineral, y sin engaños declarando,
Pablo Picasso-

Tras nuestro mundo aparente,
con la evidencia del rayo,
en la estructura mordiente,
donde se erizan los actos,
cuando, con, en, tras, yo digo
Pablo
    Pablo Picasso-

Gabriel Celaya

Gabriel Celaya

Aguaviva

viernes, agosto 28, 2015

Solo el amor




Cuando te llamo,
no vienes.

Cuando me llamas,
no voy.

Para que a nuestro encuentro vaya
solo, el amor

Fina García Marruz

José María Vitier y Pablo Milanés

José María Vitier y Martirio

Nota biográfica




Gloria Fuertes nació en Madrid
a los dos días de edad,
pues fue muy laborioso el parto de mi madre
que si se descuida muere por vivirme.
A los tres años ya sabía leer
y a los seis ya sabía mis labores.
Yo era buena y delgada,
alta y algo enferma.
A los nueve años me pilló un carro
y a los catorce me pilló la guerra;
a los quince se murió mi madre, se fue cuando más falta me hacía.
Aprendí a regatear en las tiendas
y a ir a los pueblos por zanahorias.
Por entonces empecé con los amores
-no digo nombres-,
gracias a eso, pude sobrellevar mi juventud de barrio.
Quise ir a la guerra, para pararla,
pero me detuvieron a mitad del camino.
Luego me salió una oficina,
donde trabajo como si fuera tonta
-pero Dios y el botones saben que no lo soy-.
Escribo por las noches
y voy al campo mucho.
Todos los míos han muerto hace años
y estoy más sola que yo misma.
He publicado versos en todos los calendarios,
escribo en un periódico de niños,
y quiero comprarme a plazos una flor natural
como las que le dan a Pemán algunas veces.

Gloria Fuertes
Fragmento de vídeo extraído del programa de RTVE, La mitad invisible



jueves, agosto 27, 2015

Vivo sin vivir en mí



Vivo sin vivir en mí,
y de tal manera espero,
que muero, porque no muero.

En mí yo no vivo ya,
y sin Dios vivir no puedo,
pues sin él, y sin mí quedo,
¿este vivir qué será?
mil muertes se me hará,
pues mi misma vida espero,
muriendo, porque no muero.

Esta vida, que yo vivo
es privación de vivir,
y así es continuo morir,
hasta que viva contigo:
oye mi Dios, lo que digo,
que esta vida no la quiero,
que muero, porque no muero.

Estando ausente de ti,
¿qué vida puedo tener,
sino muerte padecer,
la mayor que nunca vi?
lástima tengo de mí,
pues de fuerte persevero,
que muero, porque no muero.

El pez que del agua sale,
aún de alivio no carece,
que en la muerte que padece,
al fin la muerte le vale;
¿qué muerte habrá que se iguale
a mi vivir lastimero,
pues si más vivo, más muero?

...

Sácame de aquesta muerte,
mi Dios, y dame la vida,
no me tengas impedida
en este lazo tan fuerte,
mira que peno por verte,
y mi mal es tan entero,
que muero, porque no muero.

Lloraré mi muerte ya,
y lamentaré mi vida,
en tanto, que detenida
por mis pecados está:
¡oh mi Dios, cuándo será,
cuando yo diga de vero
vivo ya, porque no muero!

San Juan de la Cruz

Amancio Prada


Ni aguantar ni escapar


Ni aguantar ni escapar,
ni el luto ni la fiesta,
ni designio ni azar,
ni el llano ni la cuesta.

Ni puro ni perverso,
ni denso ni vacío,
ni en uno mismo inmerso
ni extroverso
ni abrasador ni frío.

Ni de ida ni de vuelta
ni al margen ni en el ajo,
ni pasión ni desdén:
vacilación resuelta
con el suelo debajo
por entre el mal y el bien.

Ni cubierta la faz
ni mirando al abismo,
ni a mandobles ni en paz
que viene a ser lo mismo.

Ni falta de criterio
ni sobra de juicio
ni un carnaval tan serio
ni el dicterio
tan sacado de quicio.

Ni súbdito ni rey
ni a cualquier viento hoja
ni el paso altivo y fuerte:
por dónde pisa el buey
pero en la cuerda floja
mientras llega la muerte.

Carmen Martín Gaite

Chicho Sánchez Ferlosio

El ser


Dices que buscas que buscas,
dices que buscas el ser.
Cuando lo encuentres le dices
que yo estoy en contra de él.

Ni el propio San Antonio
lo encontrará.
Lo que no se ha perdido
no se hallará.
¿Qué será el ser?

Buscas el ser por lo alto,
tan alto que yo me temo
que el ser que tú andas buscando
debe ser el Ser Supremo.

Una vez que lo encuentres
habláis los dos.
No os aclararéis mucho
ni tú ni Dios.
¿Qué será el ser?

No preguntes por el hombre,
menos por la explotación,
que la pregunta pregunte
su propia interrogación.

Y ya que preguntamos
preguntaré
por qué no te preguntas
este porqué:
¿qué será el ser?

Preguntar la realidad
sin intentar transformarla
eso es pasar por la vida
sin romperla ni mancharla.

Hay quién sigue caminos
que son igual
que el del sol cuando pasa
por el cristal.
¿Qué será el ser?

¿Qué es el ser, qué es el ser, qué es el
ser, qué es el ser, qué es el ser?
¿Qué es el ser, qué es el ser, qué es el
ser, qué es el ser, qué es el ser?

¿Qué es el ser, qué es el ser, qué es el ser?: el ser.
¿Qué es el ser, qué es el ser, qué es el ser?: el ser.
Eso es el ser.

Chicho Sánchez Ferlosio

Chicho Sánchez Ferlosio

Canción


Canta la rama el vuelo
del pájaro que en ella se posó.
Mi amor canta
en todo lo que perdió.
Se sabe lo que se calla
pues en soledad respiró.
En su luz mana el rostro
que un día existió.
La rama sin pájaro
de tanto silencio se tronchó,
y en lo perdido, sumo,
el corazón se paró.
Se calla lo que se sabe
pues sólo habla el dolor.
En interminable olvido
sin rostro todo se hundió.

Javier Lostalé

Javier Bergia

martes, agosto 25, 2015

Al perderte yo a ti


Al perderte yo a ti,
tú y yo hemos perdido:

yo, porque tú eras
lo que yo más amaba,

y tú, porque yo era
el que te amaba más.

Pero de nosotros dos,
tú pierdes más que yo:

porque yo podré
amar a otras
como te amaba a ti,

pero a ti nadie te amará
como te amaba yo.

Muchachas que algún día
leaís emocionadas estos versos

Y soñéis con un poeta

Sabed que yo los hice
para una como vosotras

y que fue en vano.

Ernesto Cardenal

José María Vitier y Pablo Milanés

José María Vitier y Martirio

Inés Fonseca

domingo, agosto 16, 2015

Hombre pequeñito


Hombre pequeñito, hombre pequeñito,
suelta a tu canario que quiere volar...
Yo soy el canario, hombre pequeñito,
déjame saltar.

Estuve en tu jaula, hombre pequeñito,
hombre pequeñito que jaula me das.
Digo pequeñito porque no me entiendes,
ni me entenderás.

Tampoco te entiendo, pero mientras tanto
ábreme la jaula que quiero escapar;
hombre pequeñito, te amé media hora,
no me pidas más.

Alfonsina Storni

Imanol

Rosa León

sábado, agosto 15, 2015

El poeta pide a su amor que le escriba








Amor de mis entrañas, viva muerte,
en vano espero tu palabra escrita
y pienso, con la flor que se marchita,
que si vivo sin mí quiero perderte.

El aire es inmortal. La piedra inerte
ni conoce la sombra ni la evita.
Corazón interior no necesita
la miel helada que la luna vierte.

Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas,
tigre y paloma, sobre tu cintura
en duelo de mordiscos y azucenas.

Llena pues de palabras mi locura
o déjame vivir en mi serena
noche del alma para siempre oscura.

Federico García Lorca

Miguel Poveda

Manolo Sanlúcar y Carmen Linares

Arbolé, arbolé


Arbolé arbolé
seco y verdé.

La niña del bello rostro
está cogiendo aceituna.
El viento, galán de torres,
la prende por la cintura.
Pasaron cuatro jinetes
sobre jacas andaluzas
con trajes de azul y verde,
con largas capas oscuras.
«Vente a Córdoba, muchacha».
La niña no los escucha.
Pasaron tres torerillos
delgaditos de cintura,
con trajes color naranja
y espadas de plata antigua.
«Vente a Sevilla, muchacha».
La niña no los escucha.
Cuando la tarde se puso
morada, con luz difusa,
pasó un joven que llevaba
rosas y mirtos de luna.
«Vente a Granada, muchacha».
Y la niña no lo escucha.
La niña del bello rostro
sigue cogiendo aceituna,
con el brazo gris del viento
ceñido por la cintura.

Arbolé arbolé
seco y verdé.

Federico García Lorca

Marta Gómez

Pitingo y Carmen Linares

Chavela Vargas

Rafael Alberti

viernes, agosto 14, 2015

Silencio de nieve


Ante postura amorosa,
ante paciencia rebelde,
silencio de nieve.
Ante mi entrega diurna,
ante mi herida reciente,
silencio de nieve.

Cuando grito la injusticia,
silencio de nieve.
Cuando grito que te quiero,
nadie me entiende.

Llamo al amor por su nombre
llamo a la puerta de enfrente;
no me importa que me queme,
llamo a tu llama,
silencio de nieve.

Gloria Fuertes

Silvia Comes

Gloria Fuertes

Son Ciempieses

jueves, agosto 13, 2015

Negra sombra








Cando penso que te fuches,
negra sombra que me asombras,
ó pé dos meus cabezales
tornas facéndome mofa.

Cando maxino que es ida,
no mesmo sol te me amostras,
i eres a estrela que brila,
i eres o vento que zoa.

Si cantan, es ti que cantas,
si choran, es ti que choras,
i es o marmurio do río
i es a noite i es a aurora.

En todo estás e ti es todo,
pra min i en min mesma moras,
nin me deixarás tí nunca,
sombra que sempre me asombras.
Cuando pienso que te alejas,
negra sombra que me asombras,
al pie de mi cabezal
vuelves haciéndome burla.

Cuando imagino que te has ido,
en el mismo sol te me muestras,
y eres la estrella que brilla,
y eres el viento que sopla.

Si cantan, eres tú que cantas,
si lloran, eres tú que lloras,
y eres el murmullo del río
y eres la noche y eres la aurora.

En todo estás y eres todo,
para mí y en mí misma moras,
no me abandonarás nunca,
sombra que siempre me asombras.


Rosalía de Castro

Amancio Prada

Luz Casal y Carlos Núñez

Roger Mas i Cobla Sant Jordi Ciutat de Barcelona

Sheila Blanco


martes, agosto 11, 2015

Tú, cuya mano




Tú, cuya mano me ha bañado
de un fuego transparente las espaldas,
cuyos ojos en claros naufragios hundieron
algunos principios elementales de mi alma,
tú eres mi patria.

Tú, que no tienes apellido,
que no sé si eres pájaro o si alcándara,
que de todos tus brazos las letras de plomo
cayéndose han ido, como si fueran nueces vanas,
tú eres mis padres
y mi patria.

Tú, que ni tú te acuerdas dónde
tendiste a orear las nubes blancas,
que de tantos amores que tienes confundes
el nombre de todos los días de cada semana,
tú eres mi Dios
y mis padres
y mi patria.

Tú, que tan dulcemente besas
que el cielo bocabajo se volcaba,
y que no se sabía de quién ya la lengua,
de quién la saliva, de puro sabrosa y templada,
tú eres mis leyes
y mi Dios
y mis padres
y mi patria.

Tú, que apacientas calaveras
por las praderas de la verde África
y a los rojos leones les echas de pasto
las rosas de leche de luna de Nuruquimagua,
tú eres mi ejército
y mis leyes
y mi Dios
y mis padres
y mi patria.

Eres mi ejército y mis leyes
y mi Dios y mis padres y mi patria,
y el ejército y Dios y las leyes y todas
las patrias y padres se creen que tú no eres nada:
que no eres nada.

Agustín García Calvo

Amancio Prada y Chicho Sánchez Ferlosio

Canción de la mariposa




Volaré por el hilo de plata.
Mis hijos me esperan,
allá en los campos lejanos,
hilando en sus ruecas.

Yo soy el espíritu
de la seda.
Vengo de un arca misteriosa
y voy hacia la niebla.

Que cante la araña
en su cueva;
que el ruiseñor medite
mi leyenda;
que la gota de lluvia se asombre,
al resbalar sobre mis alas muertas.

Hilé mi corazón sobre carne
para rezar en las tinieblas,
y la muerte me dio dos alas blancas,
pero cegó la fuente de mi seda.

Ahora comprendo el lamentar del agua,
y el lamentar de las estrellas,
y el lamentar del viento en la montaña,
y el zumbido punzante
de la abeja.

Porque soy la muerte
y la belleza,

Lo que dice la nieve sobre el prado
lo repite la hoguera;
las canciones del humo en la mañana
las dicen las raíces bajo tierra.

Volaré por el hilo de plata;
mis hijos me esperan.

Que cante la araña
en su cueva;
que el ruiseñor medite
mi leyenda;
que la gota de lluvia se asombre
al resbalar sobre mis alas muertas.

Federico García Lorca

Amancio Prada

Chavela Vargas

lunes, agosto 10, 2015

Romance de la talabartera


En un cortijo de Córdoba
entre jarales y adelfas,
vivía un talabartero
con una talabartera.

Ella era mujer arisca,
él, hombre de gran paciencia,
ella giraba en los veinte
y él pasaba de cincuenta.
Santo Dios, cómo reñían!
Miren ustedes la fiera,
burlando al débil marido
con los ojos y la lengua.

Cabellos de emperadora
tiene la talabartera,
y una carne como el agua
cristalina de Lucena.
Cuando movía las faldas
en tiempo de primavera
olía toda su ropa
a limón y a yerbabuena.
Ay, qué limón, limón
de la limonera!
Qué apetitosa
talabartera!

Ved cómo la cortejaban
mocitos en su presencia
en caballos relucientes
llenos de borlas de seda.
Gente cabal y garbosa
que pasaba por la puerta
haciendo brillar, alegre,
las onzas de sus cadenas.
La conversación a todos
daba la talabartera,
y ellos caracoleaban
sus jacas sobre las piedras.
Miradla hablando con uno
bien peinada y bien compuesta,
mientras el pobre marido
clava en el cuero la lezna.

Esposo viejo y decente
casado con joven tierna,
qué tunante caballista
roba tu amor en la puerta.

Un lunes por la mañana
a eso de las once y media,
cuando el sol deja sin sombra
los juncos y madreselvas,
cuando alegremente
bailan brisa y tomillo en la sierra
y van cayendo las verdes
hojas de las madroñeras,
regaba sus alhelíes
la arisca talabartera.
Llegó su amigo trotando
una jaca cordobesa
y le dijo entre suspiros:
Niña, si tú lo quisieras,
cenaríamos mañana
los dos solos, en tu mesa.
¿Y qué harás de mi marido?
Tu marido no se entera.
¿Qué piensas hacer? Matarlo.
Es ágil. Quizá no puedas.
¿Tienes revólver? ¡Mejor!
¡Tengo navaja barbera!
¿Corta mucho? Más que el frío.

Y no tiene ni una mella.
¿No has mentido? Le daré
diez puñaladas certeras
en esta disposición,
que me parece estupenda:
cuatro en la región lumbar,
una en la tetilla izquierda,
otra en semejante sitio
y dos en cada cadera.
¿Lo matarás en seguida?
Esta noche cuando vuelva
con el cuero y con las crines
por la curva de la acequia.

Federico García Lorca

Rafael Alberti

domingo, agosto 09, 2015

Tribulatorio (A)



El día de mañana
dirán que fuimos
                buenos.

Hermoso este holacausto
de bebidas alcohólicas
y riadas humanas sin más rostro
que el viento agonizante del otoño.

                 Dirán...

¿Pero qué pudieron saber
de la real historia
del callejón cerrado?

José Antonio Labordeta

Ángel Puente

1936


Fue en la edad de nuestro primer amor,
cuando los mensajes
son propicios al precoz embelesamiento
y los suaves atardeceres
toman un perfume dulcísimo
en forma de muchacha azul
o de mayo que desaparece,
cuando unos hombres duros como el sol del verano
ensangrentaban la tierra
blasfemando de otros hombres
tan duros como ellos;
tenían prisa por matar para no ser matados
y vimos asombrados
con inocente pupila
el terror de los fusilados amaneceres,
las largas caravanas de camiones desvencijados
en cuyo fondo los acurrucados individuos
eran llevados a la muerte
como acosada manada;
era la guerra, el terror, los incendios,
era la patria suicidada,
eran los siglos podridos reventando;
vimos las gentes despavoridas
en un espanto de consignas atroces;
iban y venían, insultaban, denunciaban, mataban,
eran los héroes, decían golpeando
las ventanillas de los trenes repletos de su carne de cañón;
nosotros no entendíamos apenas el suplicio
y la hora dulce de un jardín con alegría y besos;
fueron noches salvajes de bombardeo, noticias lúgubres,
la muerte banderín de enganche cada macilenta aurora;
y héteme aquí solo ante mi vejez más próxima
preguntar en silencio
¿qué fue de nuestro vuelo de remanso,
por qué pagamos las culpas colectivas
de nuestro viejo pueblo sanguinario;
quién nos resarcirá de nuestra adolescencia destruida
aunque no fuese a las trincheras?

Vanas son las preguntas a la piedra
y mudo el destino insaciable por el viento;
mas quiero hablar aquí
de mi generación perdida,
de su cólera, paloma en una sala de espera con un reloj
parado para siempre;
de sus besos nunca recobrados,
de su alegría asesinada
por la historia siniestra
de un huracán terrible de locura.

Miguel Labordeta

Recita Mariano Anós. Música de Francisco Aguarod

Ana Labordeta

viernes, agosto 07, 2015

Hagamos un trato


Cuando sientas tu herida sangrar
cuando sientas tu voz sollozar
cuenta conmigo
(de una canción de Carlos Puebla)

Compañera
usted sabe
puede contar
conmigo
no hasta dos
o hasta diez
sino contar
conmigo
si alguna vez
advierte
que la miro a los ojos
y una veta de amor
reconoce en los míos
no alerte sus fusiles
ni piense qué deliro
a pesar de la veta
o tal vez porque existe
usted puede contar
conmigo
si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo
no piense qué flojera
igual puede contar
conmigo

pero hagamos un trato
yo quisiera contar
con usted
                      es tan lindo
saber que usted existe
uno se siente vivo
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos
aunque sea hasta cinco
no ya para que acuda
presurosa en mi auxilio
sino para saber
a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo

Mario Benedetti

Joan Manuel Serrat

Mario Benedetti

jueves, agosto 06, 2015

Así nunca volvió a ser


Como llevaba trenza
la llamábamos trencita en la tarde del jueves.
Jugábamos a montarnos en ella y nos llevaba
a una extraña región de la que nunca volveríamos.

Porque es casi imposible abandonar
aquel olor a tierra de su cabello sucio,
sus ásperas rodillas todavía con polvo
y con sangre de la última caída
y, sobre todo,
la nacarada nuca donde se demoraban
unas gotas de luz cuando ya luz no había.

Allí me dejó un día de verano
y jamás regresó
a recoger mi insomne pensamiento
que desde entonces vaga por sus brazos
corrigiendo su ruta, terco y contradictorio,
lo mismo que una hormiga que no sabe salir
de la rama de un árbol en el que se ha perdido.

Ángel González

Pedro Guerra y Ángel González

Ángel González

viernes, julio 31, 2015

A la soledad me vine


A la soledad me vine
por ver si encontraba el río
del olvido.
Y en la soledad no había
más que soledad sin río.

Cuando se ha visto la sangre,
en la soledad no hay río
del olvido.
Lo hubiera, y nunca sería
el del olvido.

Rafael Alberti

Miguel Poveda

Soledad Bravo y Rafael Alberti

Vals de los enamorados y unidos hasta siempre


No salieron jamás
del vergel del abrazo.
Y ante el rojo rosal
de los besos rodaron.

Huracanes quisieron
con rencor separarlos.
Y las hachas tajantes
y los rígidos rayos.

Aumentaron la tierra
de las pálidas manos.
Precipicios midieron,
por el viento impulsados
entre bocas deshechas.
Recorrieron naufragios,
cada vez más profundos
en sus cuerpos sus brazos.

Perseguidos, hundidos
por un gran desamparo
de recuerdos y lunas
de noviembres y marzos,
aventados se vieron
como polvo liviano:
aventados se vieron,
pero siempre abrazados.

Miguel Hernández

Francisco Curto

Estos poemas


Estos poemas los desencadenaste tú,
como se desencadena el viento,
sin saber hacia dónde ni por qué.
Son dones del azar o del destino,
que a veces
la soledad arremolina o barre;
nada más que palabras que se encuentran,
que se atraen y se juntan
irremediablemente,
y hacen un ruido melodioso o triste,
lo mismo que dos cuerpos que se aman.

Ángel González

Pedro Guerra

jueves, julio 30, 2015

La nobleza de la condición


Todos -casi todos- esconden un puñal.
Cautos a la espera del momento mejor para clavarlo.
En tanto, sonríen, saludan, ponen buena cara,
pues algún gesto o cara hay que poner…

Los perros de la envidia, los osos arrogantes,
el orgullo como gigantes hormigas,
la altivez espantosa, la ingente vanidad
egomaníaca y en tiña como un pez enfermo,

llenan ese cóctel que es pura apariencia
solo batintín de palabras cordiales pero huecas.
El puñal y la horda aguardan su momento.

Cuando llegue, todo será carnicería y fango.
Aplastados, heridos, humillados o rotos entre sí
los altaneros hombres celebran su destino.

Luis Antonio de Villena

Luis Educardo Aute

martes, julio 28, 2015

Blues del amo


Va a hacer diecinueve años
que trabajo para un amo.
Hace diecinueve años que me da la comida
y todavía no he visto su rostro.

No he visto al amo en diecinueve años
pero todos los días yo me miro a mí mismo
y voy sabiendo poco a poco
cómo es el rostro de mi amo.

Va a hacer diecinueve años
que salgo de mi casa y hace frío
y luego entro en la suya y me pone una luz
amarilla encima de la cabeza...

Y todo el día escribo dieciséis
y mil y dos y ya no puedo más.
Y luego salgo al aire y es de noche
y vuelvo a casa y no puedo vivir.

Cuando vea a mi amo le preguntaré
lo que son mil y dieciséis
y por qué me pone una luz encima de la cabeza.

Cuando esté un día delante de mi amo,
veré su rostro, miraré en su rostro
hasta borrarlo de él y de mí mismo.

Antonio Gamoneda

Loquillo

lunes, julio 27, 2015

Canción del naranjo seco


(A Carmen Morales)

Leñador.
Córtame la sombra.
Líbrame del suplicio
de verme sin toronjas.

¿Por qué nací entre espejos?
El día me da vueltas.
Y la noche me copia
en todas sus estrellas.

Quiero vivir sin verme.
Y hormigas y vilanos,
soñaré que son mis
hojas y mis pájaros.

Leñador.
Córtame la sombra.
Líbrame del suplicio
de verme sin toronjas.

Federico García Lorca

Marta Gómez

Niño


Rueda que irás muy lejos.
Ala que irás muy alto.
Torre del día, niño.
Alborear del pájaro.

Niño: ala, rueda, torre,
pie, pluma, espuma, rayo.
Ser como nunca ser.
Nunca serás en tanto.

Eres mañana. Ven
con todo de la mano.
Eres mi ser que vuelve
hacia su ser más claro.
El universo eres,
que guía esperanzado.

Pasión del movimiento:
la tierra es tu caballo.
Cabálgala. Domínala.
Y brotará en su casco
su piel de vida y muerte
de sombra y luz, piafando.

Asciende, rueda, vuela,
creador del alba y mayo.
Galopa. Ven. Y colma
el fondo de mis brazos.

Miguel Hernández

Paco Damas y Pastora Soler

domingo, julio 26, 2015

Estoy a gusto en mi herida


Es una herida tan bella,
que estoy sufriendo por ella
y estoy a gusto en mi herida.

Por ella me desespero,
muerdo la flor de la tuera,
vivo como si viviera
en medio de un avispero.

Por ella estoy que me muero,
y a pesar de andar metida
en vida tan dolorida,
sufro sola, sangro sola
al compás de la amapola,
y estoy a gusto en mi herida.

Sé que recrearme así
en esta herida fatal
solamente agrupa el mal
sobre la triste de mí.

Sé que de este frenesí
he de salir tan vencida
como la hoja caída
antes del otoño amargo,
y lo espero, sin embargo,
y estoy a gusto en mi herida.

Por Juan moriré a pedazos,
lo sé, pero no me asusto,
que ya muero por mi gusto
en más de dos o tres plazos.

Solos se me abren los brazos
a su presencia querida,
y aunque se cansa mi vida
de tenerlos siempre abiertos,
aguardo amores inciertos,
y estoy a gusto en mi herida.

Desde que entré en las prisiones
de esta rabiosa pasión
tengo, en vez de un corazón,
no sé cuántos corazones.

Siento en el pecho millones,
y en cada uno él anida:
por eso, desatendida
y sin amor como estoy,
uno a uno se los doy,
y estoy a gusto en mi herida.

Miguel Hernández

Lucía Izquierdo

Como los erizos


"Como los erizos, ya sabéis, los hombres un día sintieron su frío. Y quisieron compartirlo. Entonces inventaron el amor. El resultado fue, ya sabéis, como en los erizos.

¿Qué queda de las alegrías y penas del amor cuando éste desaparece? Nada, o peor que nada; queda el recuerdo de un olvido. Y menos mal cuando no lo punza la sombra de aquellas espinas; de aquellas espinas, ya sabéis.

Las siguientes páginas son el recuerdo de un olvido."

Luis Cernuda

Silvia Comes y Lidia Pujol

sábado, julio 25, 2015

El sol, la rosa y el niño



El sol, la rosa y el niño
flores de un día nacieron.
Los de cada día son
soles, flores, niños nuevos.

Mañana no seré yo:
otro será el verdadero.
Y no seré más allá
de quien quiera su recuerdo.

Flor de un día es lo más grande
al pie de lo más pequeño.
Flor de la luz del relámpago,
y flor del instante el tiempo.

Entre las flores te fuiste.
Entre las flores me quedo.

Miguel Hernández

Vicente Monera

Paco Damas

Carmen Linares

viernes, julio 24, 2015

Canción del gitano apaleado



Veinticuatro bofetadas.
Veinticinco bofetadas;
después, mi madre, a la noche,
me pondrá en papel de plata.

Guardia civil caminera,
dadme unos sorbitos de agua.
Agua con peces y barcos.
Agua, agua, agua, agua.

¡Ay, mandor de los civiles
que estás arriba en tu sala!
¡No habrá pañuelos de seda
para limpiarme la cara!

Federico García Lorca

Ana Belén y Kiko Veneno

Aguaviva

lunes, julio 20, 2015

Hermano


Hermano... tuya es la hacienda...
la casa, el caballo y la pistola...
Mía es la voz antigua de la tierra.
Tú te quedas con todo
y me dejas desnudo y errante por el mundo...
mas yo te dejo mudo... ¡mudo!...
Y ¿cómo vas a recoger el trigo
y a alimentar el fuego
si yo me llevo la canción?

León Felipe

Aguaviva

Antonio Portanet

Masa


Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: «¡No mueras, te amo tanto!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Se le acercaron dos y repitiéronle:
«¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando «¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: «¡Quédate hermano!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Entonces todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar...

César Vallejo

Silvio Rodríguez y Pablo Milanés

Aguaviva

martes, julio 07, 2015

No te quiero sino porque te quiero. (Soneto LXVI)


No te quiero sino porque te quiero
y de quererte a no quererte llego
y de esperarte cuando no te espero
pasa mi corazón del frío al fuego.

Te quiero sólo porque a ti te quiero,
te odio sin fin, y odiándote te ruego,
y la medida de mi amor viajero
es no verte y amarte como un ciego.

Tal vez consumirá la luz de enero,
su rayo cruel, mi corazón entero,
robándome la llave del sosiego.

En esta historia sólo yo me muero
y moriré de amor porque te quiero,
porque te quiero, amor, a sangre y fuego.

Pablo Neruda

Antonio Vega

La zapatera prodigiosa


La señora zapatera,
al marcharse su marido,
ha montado una taberna
donde acude el señorío...

¿Quién te compra, zapatera,
el paño de tus vestidos
y esas chambras de batista
con encajes de bolillos?

Ya la corteja el alcalde,
ya la corteja don Mirlo;
zapatera, zapatera,
zapatera, ¡te has lucido!

Federico García Lorca

Esteban Valdivieso

lunes, junio 29, 2015

Besos


Hay besos que pronuncian por sí solos
la sentencia de amor condenatoria,
hay besos que se dan con la mirada
hay besos que se dan con la memoria.

Hay besos silenciosos, besos nobles
hay besos enigmáticos, sinceros
hay besos que se dan sólo las almas
hay besos por prohibidos, verdaderos.

Hay besos que calcinan y que hieren,
hay besos que arrebatan los sentidos,
hay besos misteriosos que han dejado
mil sueños errantes y perdidos.

Hay besos problemáticos que encierran
una clave que nadie ha descifrado,
hay besos que engendran la tragedia
cuantas rosas en broche han deshojado.

Hay besos perfumados, besos tibios
que palpitan en íntimos anhelos,
hay besos que en los labios dejan huellas
como un campo de sol entre dos hielos.

Hay besos que parecen azucenas
por sublimes, ingenuos y por puros,
hay besos traicioneros y cobardes,
hay besos maldecidos y perjuros.

Judas besa a Jesús y deja impresa
en su rostro de Dios, la felonía,
mientras la Magdalena con sus besos
fortifica piadosa su agonía.

Desde entonces en los besos palpita
el amor, la traición y los dolores,
en las bodas humanas se parecen
a la brisa que juega con las flores.

Hay besos que producen desvaríos
de amorosa pasión ardiente y loca,
tú los conoces bien son besos míos
inventados por mí, para tu boca.

Gabriela Mistral

Pablo Milanés

Juan Valderrama y Carmen París

Es hielo abrasador


Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.

Es un descuido que nos da cuidado,
un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.

Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero paroxismo;
enfermedad que crece si es curada.

Éste es el niño Amor, éste es su abismo:
¡mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo!

Francisco de Quevedo

Miguel Poveda

domingo, junio 28, 2015

La luciérnaga


La luciérnaga en celo
relumbra más.

La mujer sin el hombre
apagada va.

Apagado va el hombre
sin luz de mujer.

La luciérnaga en celo
se deja ver.

Miguel Hernández

Elisa Serna

viernes, junio 26, 2015

Peeping Tom


Ojos de solitario, muchachito atónito
que sorprendí mirándonos
en aquel pinarcillo, junto a la Facultad de Letras,
hace más de once años,

al ir a separarme,
todavía atontado de saliva y de arena,
después de revolcarnos los dos medio vestidos,
felices como bestias.

Tu recuerdo, es curioso
con qué reconcentrada intensidad de símbolo,
va unido a aquella historia,
mi primera experiencia de amor correspondido.

A veces me pregunto qué habrá sido de ti.
Y si ahora en tus noches junto a un cuerpo
vuelve la vieja escena
y todavía espías nuestros besos.

Así me vuelve a mí desde el pasado,
como un grito inconexo,
la imagen de tus ojos. Expresión
de mi propio deseo.

Jaime Gil de Biedma

Silvia Comes y Lidia Pujol

Alejandro Martínez

Inútil escrutar tan alto cielo


Inútil escrutar tan alto cielo
inútil cosmonauta el que no sabe
el nombre de las cosas que le ignoran
el color del dolor que no le mata.

Inútil cosmonauta
el que contempla estrellas
para no ver las ratas.

Manuel Vázquez Montalbán

Loquillo

jueves, junio 25, 2015

Casida a una casada


Mujer casada,
cansada
por el «ponte, venga, vamos, quiero».

Mujer casada,
desenamorada
por el «ponte, venga, vamos, quiero».

Mujer casada,
desilusionada
por el «ponte, venga, vamos, quiero».

Mujer casada,
cascada,
en cascada tu pelo
sobre el seno.
–Los sauces con ser sauces
no dan tal sensación de desconsuelo–.

Mujer casada,
sola
en cueros,
cual la mar en galerna
sedienta de ternura
golpeada por el oleaje
del «ponte, venga, vamos, quiero».

Gloria Fuertes

Silvia Comes

miércoles, junio 24, 2015

Amorosa


Muchachita de luengos cabellos de oro
y figura que sólo sueña el pintor,
que deshojas las flores del gran tesoro
de los pocos abriles sin un amor.

Ama, hoy que en tu boca canta la risa
como un pájaro de oro que hizo el nidal
en tu ebúrnea garganta donde la brisa
que la cerca perfuma su áureo cristal.

Hoy que estás en la aurora roja y galana
que la vida nos brinda sólo una vez;
hoy que es fresa tu boca, coral y grana
y alabastro bruñido tu tersa tez.

Que es tu cuerpo un magnífico y airoso
nardo; que es tu pecho turgente, rosa y marfil;
que es tu cuello el de un cisne níveo y gallardo
y tu aliento fragancias tiene de Abril.

¡Ama! Linda muchacha de ojos de maga
y de labios purpúreos llenos de miel.
¡No es eterna tu aurora, su luz se apaga...
y la sigue la noche negra y cruel!

¡Ama linda muchacha! Bajo tu reja
florecida, te aguarda con hondo afán,
-el chambergo tirado sobre la ceja
y una hoguera en el pecho- gentil galán.

Dale, dale que calme tales ardores
lo más puro de tu alma... ¡No tu desdén!
¡Ama, niña! No aguardes a que esas flores
de tu cuerpo y tu reja mustias estén.

¡Ama, vive la vida bella e inquieta!
No te muestres esquiva, que no es virtud...
Es..., lo dijo, filósofo, grande poeta:
«¡Juventud sin amores, no es juventud!»

Miguel Hernández

Jarcha