La señora zapatera,
al marcharse su marido,
ha montado una taberna
donde acude el señorío...
¿Quién te compra, zapatera,
el paño de tus vestidos
y esas chambras de batista
con encajes de bolillos?
Ya la corteja el alcalde,
ya la corteja don Mirlo;
zapatera, zapatera,
zapatera, ¡te has lucido!
Federico García Lorca
Esteban Valdivieso
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