jueves, octubre 31, 2024

Zorongo



Las manos de mi cariño
te están bordando una capa
con agremán de alhelíes
y con esclavina de agua.

Cuando fuiste novio mío,
por la primera blanca,
los cascos de tu caballo
cuatro sollozos de plata.

La luna es un pozo chico,
las flores no valen nada,
lo que valen son tus brazos
cuando de noche me abrazan.


Tengo los ojos azules,
tengo los ojos azules,
y el corazoncito igual
que la cresta de la lumbre.

De noche me salgo al patio
y me harto de llorar
de ver que te quiero tanto
y tú no me quieres 'ná'.

Dicen que son veinticuatro
las horas que tiene el día,
si tuviera veintisiete,
tres horas más te querría.

Esta gitana está loca,
loca que la van a atar;
que lo que sueña de noche
quiere que sea verdad.

Canción popular recogida por Federico Garcia Lorca





miércoles, octubre 30, 2024

Anda Jaleo



Yo me arrimé a un pino verde
por ver si la divisaba,
por ver si la divisaba,
y solo divisé el polvo
del coche que la llevaba,
del coche que la llevaba.

¡Anda, jaleo, jaleo!
Ya se acabó el alboroto
y vamos al tiroteo,
y vamos al tiroteo.

No salgas, paloma, al campo,
mira que soy cazador,
mira que soy cazador.

Y si te tiro y te mato
para mí será el dolor,
para mí será el quebranto.

¡Anda, jaleo, jaleo!
Ya se acabó el alboroto
y vamos al tiroteo,
y vamos al tiroteo.

Por la calle de los Muros
han 'matao' una paloma,
han 'matao' una paloma.

Yo cortaré con mis manos
las flores de tu corona,
las flores de tu corona.

¡Anda, jaleo, jaleo!
Ya se acabó el alboroto
y vamos al tiroteo,
y vamos al tiroteo.



Canción popular recogida por Federico Garcia Lorca





martes, octubre 29, 2024

Albada



Despiértate. La cama está más fría
y las sábanas sucias en el suelo.
Por los montantes de la galería
llega el amanecer,
con su color de abrigo de entretiempo
y liga de mujer.

Despiértate pensando vagamente
que el portero de noche os ha llamado.
Y escucha en el silencio: sucediéndose
hacia lo lejos, se oyen enronquecer
los tranvías que llevan al trabajo.
Es el amanecer.

Irán amontonándose las flores
cortadas, en los puestos de las Ramblas,
y silbarán los pájaros -cabrones-
desde los plátanos, mientras que ven volver
la negra humanidad que va a la cama
después de amanecer.

Acuérdate del cuarto en que has dormido.
Entierra la cabeza en las almohadas,
sintiendo aún la irritación y el frío
que da el amanecer
junto al cuerpo que tanto nos gustaba
en la noche de ayer,

y piensa en que debieses levantarte.
Piensa en la casa todavía oscura
donde entrarás para cambiar de traje,
y en la oficina, con sueño que vencer,
y en muchas otras cosas que se anuncian
desde el amanecer.

Aunque a tu lado escuches el susurro
de otra respiración. Aunque tú busques
el poco de calor entre sus muslos
medio dormido, que empieza a estremecer.
Aunque el amor no deje de ser dulce
hecho al amanecer.

-Junto al cuerpo que anoche me gustaba
tanto desnudo, déjame que encienda
la luz para besarte cara a cara,
en el amanecer.
Porque conozco el día que me espera,
y no por el placer.

Jaime Gil de Biedma


Alejandro Martínez





lunes, octubre 28, 2024

Yo



La calavera, el corazón secreto,
los caminos de sangre que no veo,
los túneles del sueño, ese Proteo,
las vísceras, la nuca, el esqueleto.
Soy esas cosas. Increíblemente
soy también la memoria de una espada
y la de un solitario sol poniente
que se dispersa en oro, en sombra, en nada.
Soy el que ve las proas desde el puerto;
soy los contados libros, los contados
grabados por el tiempo fatigados;
soy el que envidia a los que ya se han muerto.
Más raro es ser el hombre que entrelaza
palabras en un cuarto de una casa.

Jorge Luis Borges





domingo, octubre 27, 2024

Por mi mala cabeza



Por mi mala cabeza
yo me puse a escribir.
Otro, por mucho menos,
se hace guardia civil.

Por mi mala cabeza
creí en la libertad.
Otro respira incienso
las fiestas de guardar.

Por mi mala cabeza
contra el muro topé.
Otro levantó el muro
con los cuernos, tal vez.

Por mi mala cabeza
siempre digo verdad.
Por mi mala cabeza
me descabezarán.

José Agustín Goytisolo





sábado, octubre 26, 2024

Canción bailable



Lo más cómodo es
llorar desde Madrid
al que muere en Bolivia
(¡quién tuviera un fusil!)
Lo más cómodo es
no tener un fusil,
no luchar en Bolivia
y llorar en Madrid.
Lo más cómodo es
no luchar ni en Madrid,
llorar muertes lejanas
y soñar sin fusil.

Jesús López Pacheco


Adolfo Celdrán





viernes, octubre 25, 2024

Idilio en el café





Ahora me pregunto si es que toda la vida
hemos estado aquí. Pongo, ahora mismo,
la mano ante los ojos —qué latido
de la sangre en los párpados— y el vello
inmenso se confunde, silencioso,
a la mirada. Pesan las pestañas.

No sé bien de qué hablo. ¿Quiénes son,
rostros vagos nadando como en un agua pálida,
estos aquí sentados, con nosotros vivientes?
La tarde nos empuja a ciertos bares
o entre cansados hombres en pijama.

Ven. Salgamos fuera. La noche. Queda espacio
arriba, más arriba, mucho más que las luces
que iluminan a ráfagas tus ojos agrandados.
Queda también silencio entre nosotros,
silencio
y este beso igual que un largo túnel.

Jaime Gil de Biedma


Alejandro Martínez





jueves, octubre 24, 2024

Por el camino viene



Por el camino viene
viene el amor,
más bien pasando frío
que no calor.

Por el camino viene
la realidad;
cierra la puerta hermano,
que va a pasar.
Las llaves de tu casa
las tienes en la mano,
cierra la puerta, hermano.

Por el camino viene
la libertad,
un soldado delante
y otro detrás.

Por el camino viene
la convicción
cargada de razones
y de razón.
La verás en tu casa
por todos los rincones
cargada de razones.

Caminito adelante
va la justicia,
toga de terciopelo,
conciencia limpia.

Por el camino viene
el Ser supremo,
aunque sé que no existe,
algo le temo.

Caminito adelante
viene la muerte;
abre la puerta, hermano,
que viene a verte.
Abre, hermano, a la muerte
abre y dale la mano;
abre la puerta, hermano.

Chicho Sánchez Ferlosio


Amancio Prada





miércoles, octubre 23, 2024

Cazadores de ciudad



Cazadores de ciudad
que nunca os veis satisfechos,
no me matéis en la jaula
profunda donde estoy preso.

Matadme en un sitio claro
de las montañas de Gredos,
un sitio que corra el aire
y la vista llegue lejos.

Que lleven allí el garrote,
la silla y los aparejos,
que venga el juez con su coche
a hacer el levantamiento.

Que dejen a los paisanos
que suban desde los pueblos,
que vean matar a un hombre
que lo tienen ya sujeto.

Que me sienten en la silla,
que me amarren con los cueros
mirando para Madrid,
aunque yo no pueda verlo.

Maldito seas, Madrid,
tu corte y tu parlamento,
malditas sean tus leyes
y los que las hayan hecho.

Cazadores de ciudad.

Chicho Sánchez Ferlosio




martes, octubre 22, 2024

Antes del odio







Beso soy, sombra con sombra.
Beso, dolor con dolor,
por haberme enamorado,
corazón sin corazón,
de las cosas, del aliento
sin sombra de la creación.
Sed con agua en la distancia,
pero sed alrededor.

Corazón en una copa
donde me lo bebo yo
y no se lo bebe nadie,
nadie sabe su sabor.
Odio, vida: ¡cuánto odio
solo por amor!

No es posible acariciarte
con las manos que me dio
el fuego de más deseo,
el ansia de más ardor.
Varias alas, varios vuelos
abaten en ellas hoy
hierros que cercan las venas
y las muerden con rencor.
Por amor, vida, abatido,
pájaro sin remisión.
Solo por amor odiado,
solo por amor.

Amor, tu bóveda arriba
y yo abajo siempre, amor,
sin otra luz que estas ansias,
sin otra iluminación.
Mírame aquí encadenado,
escupido, sin calor
a los pies de la tiniebla
más súbita, más feroz,
comiendo pan y cuchillo
como buen trabajador
y a veces cuchillo solo,
solo por amor.

Todo lo que significa
golondrinas, ascensión,
claridad, anchura, aire,
decidido espacio, sol,
horizonte aleteante,
sepultado en un rincón.
Espesura, mar, desierto,
sangre, monte rodador:
libertades de mi alma
clamorosas de pasión
desfilando por mi cuerpo,
donde no se quedan, no,
pero donde se despliegan,
sólo por amor.

Porque dentro de la triste
guirnalda del eslabón,
del sabor a carcelero
constante y a paredón,
y a precipicio en acecho,
alto, alegre, libre soy.
Alto, alegre, libre, libre,
solo por amor.

No, no hay cárcel para el hombre.
No podrán atarme, no.
Este mundo de cadenas
me es pequeño y exterior.
¿Quién encierra una sonrisa?
¿Quién amuralla una voz?
A lo lejos tú, más solo
que la muerte, la una y yo.
A lo lejos tú, sintiendo
en tus brazos mi prisión:
en tus brazos donde late
la libertad de los dos.
Libre soy, siénteme libre.
Solo por amor.

Miguel Hernández




lunes, octubre 21, 2024

Ante la vida, sereno



Ante la vida sereno,
y ante la muerte, mayor;
si me matan, bueno:
si vivo, mejor.

No soy la flor del centeno
que tiembla al viento menor.
Si me matan bueno:
si vivo, mejor.

Aquí estoy, vivo y moreno,
de mi estirpe defensor.
Si me matan, bueno:
si vivo, mejor.

Ni al relámpago ni al trueno
puedo tenerles temor.
Si me matan, bueno:
si vivo, mejor.

Traidores me echan veneno
y yo les echo valor.
Si me matan, bueno:
si vivo, mejor.

El corazón traigo lleno
de un alegre resplandor.
Si me matan, bueno:
si vivo, mejor.

Miguel Hernández




domingo, octubre 20, 2024

Yo soy ardiente, yo soy morena. (Rima XI)



- Yo soy ardiente, yo soy morena,
yo soy el símbolo de la pasión;
de ansia de goces mi alma está llena;
¿a mí me buscas?
                      -No es a ti, no.

- Mi frente es pálida; mis trenzas, de oro;
puedo brindarte dichas sin fin;
yo de ternura guardo un tesoro;
¿a mí me llamas?
                      -No, no es a ti.

- Yo soy un sueño, un imposible,
vano fantasma de niebla y luz;
soy incorpórea, soy intangible;
no puedo amarte.
                      -¡Oh, ven; ven tú!

Gustavo Adolfo Bécquer




sábado, octubre 19, 2024

Déjame que me vaya



Déjame que me vaya,
madre, a la guerra.
Déjame, blanca hermana,
novia morena.
Déjame.

Y después de dejarme
junto a las balas,
mándame a la trinchera
besos y cartas.
Mándame.

Se van,
como un río, desde el puente
donde el agua no se siente…
¡Quién sabe si volverán!
Puente viejo, roto y mudo
en mitad del campo puesto:
pasó un pasado funesto
que a tu noble piedra pudo.
Se ha secado el manantial
del río bajo tus arcos,
y ni lagunas ni charcos
tienes: solo un arenal.
Un arenal que no corre,
que no suena, que no canta,
borró el agua en tu garganta
porque tu piedra se borre.
Esos hombres relucientes
que van a luchar con gana,
mañana por la mañana
construirán los nuevos puentes.

Miguel Hernández




viernes, octubre 18, 2024

La saeta





¿Quién me presta una escalera,
para subir al madero,
para quitarle los clavos a
Jesús el Nazareno?
      (Saeta popular)

¡Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar!

¡Cantar del pueblo andaluz,
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz!

¡Cantar de la tierra mía,
que echa flores
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!

¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar, ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!

Antonio Machado




jueves, octubre 17, 2024

Dos palabras



Esta noche al oído me has dicho dos palabras
comunes. Dos palabras cansadas
de ser dichas. Palabras
que de viejas son nuevas.

Dos palabras tan dulces, que la luna que andaba
filtrando entre las ramas
se detuvo en mi boca. Tan dulces dos palabras
que una hormiga pasea por mi cuello y no intento
moverme para echarla.

Tan dulces dos palabras
que digo sin quererlo - ¡oh, qué bella, la vida!
Tan dulces y tan mansas
que aceites olorosos sobre el cuerpo derraman.

Tan dulces y tan bellas
que nerviosos, mis dedos,
se mueven hacia el cielo imitando tijeras.

Oh, mis dedos quisieran
cortar estrellas.

Alfonsina Storni




miércoles, octubre 16, 2024

Todo, menos venir para acabarse



Todo, menos venir para acabarse

Todo, menos venir para acabarse.
Mejor rayo de luz que nunca cesa;
o gota de agua que se sube al cielo
y se devuelve al mar en las tormentas.

O ser aire que corra los espacios
en forma de huracán, o brisa fresca.
¡Todo, menos venir para acabarse
como se acaba, al fin, nuestra existencia!


¡Cómo galopa la sangre!

¡Cómo galopa la sangre!
¡Qué difícil detenerla
para que nos vaya al paso
cuando vive con tal fuerza!

Le he puesto duros bocados;
la he sujetado las riendas;
hay un viento que me puede
y la clava mil espuelas.
¡Yo no sé con este empuje,
yo no sé a dónde me lleva!

Concha Méndez




martes, octubre 15, 2024

Yo soy una mujer: nací poeta



Yo soy una mujer: nací poeta,
y por blasón me dieron
la dulcísima carga dolorosa
de un corazón inmenso.
En este corazón, todo llanuras
y bosques y desiertos,
han nacido un amor, interminable,
y un cantar gigantesco;
pasión que se desborda de la tierra
y que invade los cielos…
Ando la vida muerta de cansancio,
inclinándome al peso
de este afán, al que busca mi esperanza
un horizonte nuevo,
un lugar apacible en que repose
y se derrame luego
con la palabra audaz y victoriosa
dueña de mi secreto.
Yo necesito un mundo que no existe,
el mundo que yo sueño,
donde la voz de mis canciones halle
espacios y silencios;
un mundo que me asile y que me escuche;
¡lo busco, y no lo encuentro!…
Concha Espina




lunes, octubre 14, 2024

Sin Dios y sin vos y mí



I

Yo soy quien libre me vi,
yo, quien pudiera olvidaros:
yo soy el que, por amaros,
estoy, desque os conocí,
sin Dios y sin vos y mí.

II

Sin Dios, porque en vos adoro:
sin vos, pues no me queréis;
pues sin mí, ya está de coro
que vos sois quien me tenéis.
Así que triste nací,
pues que pudiera olvidaros
yo soy el que por amaros
estoy, desque os conocí,
sin Dios y sin vos y mí.

Jorge Manrique




domingo, octubre 13, 2024

Paz



(Entrada publicada hace ya tiempo y que actualizamos ahora con la incorporación de este vídeo)

Plantaremos olivos
donde antes había espinos.
Todos iguales
de la mano.
Todos distintos,
con una canción
de amor
en nuestros labios.
Plantaremos olivos.

¿A dónde va mi vuelo?
SHALOM, SALAM:
¡Por Dios, cesad el fuego!
SHALOM, SALAM:
¿A dónde va mi vuelo?
SHALOM, SALAM:

Y plantaremos olivos
donde antes hubo espinos.
Compartir, lo único urgente,
en este amanecer de siglo.
Plantaremos olivos
donde antes
había espinos.

¿A dónde va mi vuelo?
SHALOM, SALAM:
¡Por Dios, cesad el fuego!
SHALOM, SALAM:
¡... que estoy sin alas, sin aire, sin paz...
y sin olivo!

PAZ, PEACE, PAIX,
MIR, SHALOM, SALAM.
PAZ, PEACE, PAIX,
MIR, SHALOM, SALAM

Federico Mayor Zaragoza

Paco Damas

Propuesta didáctica

sábado, octubre 12, 2024

Encuentro



Ni tú ni yo estamos
en disposición
de encontrarnos.
Tú... por lo que ya sabes.
¡Yo la he querido tanto!
Sigue esa veredita.
En las manos
tengo los agujeros
de los clavos.
¿No ves cómo me estoy
desangrando?
No mires nunca atrás,
vete despacio
y reza como yo
a San Cayetano,
que ni tú ni yo estamos
en disposición
de encontrarnos.

Federico García Lorca




viernes, octubre 11, 2024

Baile





La Carmen está bailando
por las calles de Sevilla.
Tiene blancos los cabellos
y brillantes las pupilas.

¡Niñas,
corred las cortinas!

En su cabeza se enrosca
una serpiente amarilla,
y va soñando en el baile
con galanes de otros días.

¡Niñas,
corred las cortinas!

Las calles están desiertas
y en los fondos se adivinan,
corazones andaluces
buscando viejas espinas.

¡Niñas,
corred las cortinas!

Federico García Lorca




jueves, octubre 10, 2024

Epístola satírica y censoria contra las costumbres presentes de los castellanos, escrita a Don Gaspar de Guzmán, Conde de Olivares en su valimiento



No he de callar por más que con el dedo,
ya tocando la boca o ya la frente,
silencio avises o amenaces miedo.

¿No ha de haber un espíritu valiente?
¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?
¿Nunca se ha de decir lo que se siente?

Hoy, sin miedo que, libre, escandalice,
puede hablar el ingenio, asegurado
de que mayor poder le atemorice.

En otros siglos pudo ser pecado
severo estudio y la verdad desnuda,
y romper el silencio el bien hablado.

Pues sepa quien lo niega, y quien lo duda,
que es lengua la verdad de Dios severo,
y la lengua de Dios nunca fue muda.

Son la verdad y Dios, Dios verdadero,
ni eternidad divina los separa,
ni de los dos alguno fue primero.

Si Dios a la verdad se adelantara,
siendo verdad, implicación hubiera
en ser, y en que verdad de ser dejara.

La justicia de Dios es verdadera,
y la misericordia, y todo cuanto
es Dios, todo ha de ser verdad entera.

Señor Excelentísimo, mi llanto
ya no consiente márgenes ni orillas:
inundación será la de mi canto.

Ya sumergirse miro mis mejillas,
la vista por dos urnas derramada
sobre las aras de las dos Castillas.

Yace aquella virtud desaliñada,
que fue, si rica menos, más temida,
en vanidad y en sueño sepultada.

Y aquella libertad esclarecida,
que en donde supo hallar honrada muerte,
nunca quiso tener más larga vida.

Y pródiga de l'alma, nación fuerte,
contaba, por afrentas de los años,
envejecer en brazos de la suerte.

Del tiempo el ocio torpe, y los engaños
del paso de las horas y del día,
reputaban los nuestros por extraños.

Nadie contaba cuánta edad vivía,
sino de qué manera: ni aun un'hora
lograba sin afán su valentía.

La robusta virtud era señora,
y sola dominaba al pueblo rudo;
edad, si mal hablada, vencedora.

El temor de la mano daba escudo
al corazón, que, en ella confiado,
todas las armas despreció desnudo.

Multiplicó en escuadras un soldado
su honor precioso, su ánimo valiente,
de sola honesta obligación armado.

Y debajo del cielo, aquella gente,
si no a más descansado, a más honroso
sueño entregó los ojos, no la mente.

Hilaba la mujer para su esposo
la mortaja, primero que el vestido;
menos le vio galán que peligroso.

Acompañaba el lado del marido
más veces en la hueste que en la cama;
sano le aventuró, vengóle herido.

Todas matronas, y ninguna dama:
que nombres del halago cortesano
no admitió lo severo de su fama.

Derramado y sonoro el Oceano
era divorcio de las rubias minas
que usurparon la paz del pecho humano.

Ni los trujo costumbres peregrinas
el áspero dinero, ni el Oriente
compró la honestidad con piedras finas.

Joya fue la virtud pura y ardiente;
gala el merecimiento y alabanza;
sólo se cudiciaba lo decente.

No de la pluma dependió la lanza,
ni el cántabro con cajas y tinteros
hizo el campo heredad, sino matanza.

Y España, con legítimos dineros,
no mendigando el crédito a Liguria,
más quiso los turbantes que los ceros.

Menos fuera la pérdida y la injuria,
si se volvieran Muzas los asientos;
que esta usura es peor que aquella furia.

Caducaban las aves en los vientos,
y expiraba decrépito el venado:
grande vejez duró en los elementos.

Que el vientre entonces bien diciplinado
buscó satisfación, y no hartura,
y estaba la garganta sin pecado.

Del mayor infanzón de aquella pura
república de grandes hombres, era
una vaca sustento y armadura.

No había venido al gusto lisonjera
la pimienta arrugada, ni del clavo
la adulación fragrante forastera.

Carnero y vaca fue principio y cabo,
Y con rojos pimientos, y ajos duros,
tan bien como el señor, comió el esclavo.

Bebió la sed los arroyuelos puros;
de pués mostraron del carchesio a Baco
el camino los brindis mal seguros.

El rostro macilento, el cuerpo flaco
eran recuerdo del trabajo honroso,
y honra y provecho andaban en un saco.

Pudo sin miedo un español velloso
llamar a los tudescos bacchanales,
y al holandés, hereje y alevoso.

Pudo acusar los celos desiguales
a la Italia; pero hoy, de muchos modos,
somos copias, si son originales.

Las descendencias gastan muchos godos,
todos blasonan, nadie los imita:
y no son sucesores, sino apodos.

Vino el betún precioso que vomita
la ballena, o la espuma de las olas,
que el vicio, no el olor, nos acredita.

Y quedaron las huestes españolas
bien perfumadas, pero mal regidas,
y alhajas las que fueron pieles solas.

Estaban las hazañas mal vestidas,
y aún no se hartaba de buriel y lana
la vanidad de fembras presumidas.

A la seda pomposa siciliana,
que manchó ardiente múrice, el romano
y el oro hicieron áspera y tirana.

Nunca al duro español supo el gusano
persuadir que vistiese su mortaja,
intercediendo el Can por el verano.

Hoy desprecia el honor al que trabaja,
y entonces fue el trabajo ejecutoria,
y el vicio gradüó la gente baja.

Pretende el alentado joven gloria
por dejar la vacada sin marido,
y de Ceres ofende la memoria.

Un animal a la labor nacido,
y símbolo celoso a los mortales,
que a Jove fue disfraz, y fue vestido;

que un tiempo endureció manos reales,
y detrás de él los cónsules gimieron,
y rumia luz en campos celestiales,

¿por cuál enemistad se persuadieron
a que su apocamiento fuese hazaña,
y a las mieses tan grande ofensa hicieron?

¡Qué cosa es ver un infanzón de España
abreviado en la silla a la jineta,
y gastar un caballo en una caña!

Que la niñez al gallo le acometa
con semejante munición apruebo;
mas no la edad madura y la perfeta.

Ejercite sus fuerzas el mancebo
en frentes de escuadrones; no en la frente
del útil bruto l'asta del acebo.

El trompeta le llame diligente,
dando fuerza de ley el viento vano,
y al son esté el ejército obediente.

¡Con cuánta majestad llena la mano
la pica, y el mosquete carga el hombro,
del que se atreve a ser buen castellano!

Con asco, entre las otras gentes, nombro
al que de su persona, sin decoro,
más quiere nota dar, que dar asombro.

Jineta y cañas son contagio moro;
restitúyanse justas y torneos,
y hagan paces las capas con el toro.

Pasadnos vos de juegos a trofeos,
que sólo grande rey y buen privado
pueden ejecutar estos deseos.

Vos, que hacéis repetir siglo pasado,
con desembarazarnos las personas
y sacar a los miembros de cuidado;

vos distes libertad con las valonas,
para que sean corteses las cabezas,
desnudando el enfado a las coronas.

Y pues vos enmendastes las cortezas,
dad a la mejor parte medicina:
vuélvanse los tablados fortalezas.

Que la cortés estrella, que os inclina
a privar sin intento y sin venganza,
milagro que a la invidia desatina,

tiene por sola bienaventuranza
el reconocimiento temeroso,
no presumida y ciega confianza.

Y si os dio el ascendiente generoso
escudos, de armas y blasones llenos,
y por timbre el martirio glorïoso,

mejores sean por vos los que eran buenos
Guzmanes, y la cumbre desdeñosa
os muestre, a su pesar, campos serenos.

Lograd, señor, edad tan venturosa;
y cuando nuestras fuerzas examina
persecución unida y belicosa,

la militar valiente disciplina
tenga más platicantes que la plaza:
descansen tela falsa y tela fina.

Suceda a la marlota la coraza,
y si el Corpus con danzas no los pide,
velillos y oropel no hagan baza.

El que en treinta lacayos los divide,
hace suerte en el toro, y con un dedo
la hace en él la vara que los mide.

Mandadlo así, que aseguraros puedo
que habéis de restaurar más que Pelayo;
pues valdrá por ejércitos el miedo,
y os verá el cielo administrar su rayo.

Francisco de Quevedo