Por ti la luz del hombre es más amada
y la sombra, por ti, más escondida.
Por ti altas cumbres puede ser la vida
y la muerte por ti ser enterrada.
Por ti la noble mano encadenada
puede ser justamente desceñida.
Y por ti en la mañana conseguida
puede la libertad ser liberada.
No más, por ti, las nieblas, el espanto.
No más, por ti, la angustia, el duelo, el llanto.
No más, por ti, la sorda y triste guerra.
Sí, por ti, el despertar de la armonía.
Sí, por ti, el sueño humano a pleno día.
La paz, por ti, la paz sobre la tierra.
Rafael Alberti
Gabriel Sopeña / Mª José Hernández
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