martes, noviembre 07, 2006

Nos haces una falta sin fondo


Miguel:
                            Y caminamos.
                            Aunque se hizo el silencio
y no viniste, seguimos caminando.
                            Atruena la ciudad.
Los verduleros –sus voces tan hirientes
ya no hieren- bajo tu ventanal
suavizan a desgarros la mañana.
                            Atruena la ciudad
y en su silencio, tu nombre lo ha evocado
un joven escritor
                  de menos de mil años
al preguntar por dónde te has marchado.
El resto,
los señores de alegres corbatines
se agobian de queridas y de acciones
                       y tú te quedas
solo.
                            Mamá
quiere besarte sobre el rostro
-se lo hemos permitido-
y con su beso de lágrimas,
de atroces tiempos y recuerdos,
te has marchado de casa
apenas comenzaba a atardecer.
                            Ella
te llora en los rincones
y la ciudad,
que apesta a soledades y decoros,
no puede olvidar
tus voces acusando,
                       amando,
señalando injustas manos rotas
de jóvenes airados
con potencia de águila paloma en las palabras.

                            Miguel:
mamá te vuelve a descubrir cada mañana
y mira tus camisas,
                       tus viejos pantalones,
tu boina de domingo,
tus zapatos de campo y de paseo
y te gesta de nuevo,
esta vez a lágrimas y llanto.
                            Mi hija
-Ana pequeña ahijada tuya-
me pregunta cuándo vas a nacer
de nuevo,
para volver aquí, a nuestro lado.
                            Y todo el gesto duro
de la vida,
se vuelca en mi costado
dañándome la ausencia
con que nos has dejado.

José Antonio Labordeta

Voz de Ana Labordeta, música Francisco Aguarod

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