Aquel café de barrio, destartalado y frío,
testigo silencioso de nuestras confidencias,
extremo de rigores, conjunto de inclemencias,
que sólo caldeaban tu corazón y el mío.
Viejo café de barrio, adonde yo acudía,
donde tú me esperabas con el alma impaciente,
y cada vez, al verme, coronaba tu frente
con un halo de luz la fugaz alegría.
Con nostálgico afán en vano te he buscado
queriendo en tus vestigios revivir un pasado
que inexorablemente para mí se ha perdido.
Nadie de ti sabía, todo estaba cambiado:
tus muros, tu recinto, la sombra de Machado
como un jirón de niebla han desaparecido.
Pilar de Valderrama
Juan Valderrama
No hay comentarios:
Publicar un comentario