Dame
minuto perdido
tu sentido entero.
Dame
nube olvidada
tu hermosa tristeza sin arraigo.
Dame
Vida mía única
tu imposible verdad.
Dame
mi soledad
tu repleta cosecha de renuncias.
Dame
muerte mía
tu relámpago de abrasado total.
Y tú-electrón terrible,
y tú-vértigo de distancias,
y tú-velocidad de la luz,
y tú-infinitud de guarismos,
y tú-secreto goce germinal de las pequeñas larvas que bucean hacia el sol,
y tú-lindo caballito de cartón de mis sueños de niño destripador,
dadme en seguro trance
vuestro centro inexorable
de palpitar dulcísimo:
entregadme en éxtasis deslumbrado
el devenir ciego de tanta primavera tronchada.
A ver si así
solo y con todo
compongo de mi sed indecible
el tremendo suceder de la Totalidad.
Miguel Labordeta
Pablo Guerrero
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