sábado, septiembre 07, 2024

En la cara le daba el aire



En la cara le daba el aire,
y no se meneaba.

La sombra de los abedules
le bailaba en la cara;
y no parpadeaba.

Le manaba
del rincón de la boca
un hilillo de fresca baba.
Y no se le daba nada.

Era el hombre dormido.
¡Qué bien alentaba!

Y el sueño bendito
le despertaba
amor de balde
por sus entrañas
dulces, lejanas.

El sueño sin nombre
le desleía el alma.
El airecillo
le secaba las lágrimas.

Y él no sabía,
no sabía nada.

Agustín Garrcía Calvo

Amancio Prada




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