sábado, agosto 05, 2006

Castilla



El ciego sol se estrella
en las duras aristas de las armas,
llaga de luz los petos y espaldares
y flamea en las puntas de las lanzas.
El ciego sol, la sed y la fatiga.
Por la terrible estepa castellana,
el destierro, con doce de los suyos
-polvo, sudor y hierro- , el Cid cabalga.
Cerrado está el mesón a piedra y lodo.
Nadie responde. Al pomo de la espada
y al cuento de las picas el postigo
va a ceder... ¡Quema el sol, el aire abrasa!
A los terribles golpes,
de eco ronco, una voz pura, de plata
y de cristal responde... Hay una niña
muy débil y muy blanca
en el umbral. Es toda
ojos azules y en los ojos lágrimas.
Oro pálido nimba
su carita curiosa y asustada.
“¡Buen Cid, pasad...! El rey nos dará muerte,
arruinará la casa,
y sembrará de sal el pobre campo
que mi padre trabaja...
Idos. El cielo os colme de venturas...
¡En nuestro mal, oh Cid no ganáis nada!”
Calla la niña y llora sin gemido...
Un sollozo infantil cruza la escuadra
de feroces guerreros,
y una voz inflexible grita “¡En marcha!”
El ciego sol, la sed y la fatiga.
Por la terrible estepa castellana,
al desierto, con doce de los suyos
-polvo, sudor y hierro-, el Cid cabalga.

                    Manuel Machado

2 comentarios:

Delgado dijo...

Castilla fue uno de los motivos más recurrentes de los poetas del modernismo, también España, siempre bajo la idea de esa raza decadente que debía regenerarse tras el desastre del 98. Algunos poetas hispanoamericanos también trataron el tema pues veían acechar el peligro de la América anglosajona. Por ejemplo Amado Nervo con su poema "Águilas y leones", o el gran maestro Rubén Darío con su poema "a Roosevelt"

Un cordial saludo.

Anónimo dijo...

Es uno de los mejores poemas escritos. Lastima q la obra de este genio haya sido ninguneada.