sábado, agosto 05, 2006

Sorpresa

Calle de pueblo humilde iluminada por un farol

Muerto se quedó en la calle
con un puñal en el pecho.
No lo conocía nadie.
¡Cómo temblaba el farol!
Madre.
¡Cómo temblaba el farolito
de la calle!
Era madrugada. Nadie
pudo asomarse a sus ojos
abiertos al duro aire.
Que muerto se quedó en la calle
con un puñal en el pecho
y que no lo conocía nadie.

Federico García Lorca

Esteban Valdivieso

Rafael Alberti

Atilio y los Alimonados

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