Te seguiré esperando
a que regreses,
no cerraré la puerta,
la puerta de mi casa.
No cerraré la puerta,
la puerta de mi casa.
Lo último que se pierde
es siempre la esperanza.
Cubriré con mis manos
el fuego que se apaga,
la lluvia que entorpece
tu voz en la mañana.
Cubriré con mis labios
tu rostro en la ventana,
todavía impregnando
tu ausencia desolada.
Nunca querré pensar
que tu regreso ya no existe.
Siempre te esperaré.
Te seguiré esperando.
Cubriré con mis manos
los campos que anduvimos,
cuando como la tarde
fugaces recorrimos.
Cubriré con mi frente
los recuerdos más nimios
para que un día, juntos,
volvamos a encontrarlos.
Nunca querré pensar
que tu regreso ya no existe.
Siempre te esperaré.
Te seguiré esperando.
José Antonio Labordeta
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