Sabe que en cada flujo, en cada ola
hay un impulso mío hacia ti. Sabe
que tú me resucitas, como el ave
resucita a la rama en que se inmola.
Si tú supieras cómo no estás sola
cómo te abrazo, lejos, cuanto cabe.
Pon el oído para que se lave,
mi corazón como una caracola.
Y oirás, no el mar, sino la tierra mía
hecha con el espacio más abierto.
Y oirás su voz, mi voz que yo quisiera
meterte por el alma cada día,
clara como tu nombre, al descubierto
como este mar de amor mío que espera.
Claudio Rodríguez
Luis Ramos
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