martes, octubre 22, 2024

Antes del odio







Beso soy, sombra con sombra.
Beso, dolor con dolor,
por haberme enamorado,
corazón sin corazón,
de las cosas, del aliento
sin sombra de la creación.
Sed con agua en la distancia,
pero sed alrededor.

Corazón en una copa
donde me lo bebo yo
y no se lo bebe nadie,
nadie sabe su sabor.
Odio, vida: ¡cuánto odio
solo por amor!

No es posible acariciarte
con las manos que me dio
el fuego de más deseo,
el ansia de más ardor.
Varias alas, varios vuelos
abaten en ellas hoy
hierros que cercan las venas
y las muerden con rencor.
Por amor, vida, abatido,
pájaro sin remisión.
Solo por amor odiado,
solo por amor.

Amor, tu bóveda arriba
y yo abajo siempre, amor,
sin otra luz que estas ansias,
sin otra iluminación.
Mírame aquí encadenado,
escupido, sin calor
a los pies de la tiniebla
más súbita, más feroz,
comiendo pan y cuchillo
como buen trabajador
y a veces cuchillo solo,
solo por amor.

Todo lo que significa
golondrinas, ascensión,
claridad, anchura, aire,
decidido espacio, sol,
horizonte aleteante,
sepultado en un rincón.
Espesura, mar, desierto,
sangre, monte rodador:
libertades de mi alma
clamorosas de pasión
desfilando por mi cuerpo,
donde no se quedan, no,
pero donde se despliegan,
sólo por amor.

Porque dentro de la triste
guirnalda del eslabón,
del sabor a carcelero
constante y a paredón,
y a precipicio en acecho,
alto, alegre, libre soy.
Alto, alegre, libre, libre,
solo por amor.

No, no hay cárcel para el hombre.
No podrán atarme, no.
Este mundo de cadenas
me es pequeño y exterior.
¿Quién encierra una sonrisa?
¿Quién amuralla una voz?
A lo lejos tú, más solo
que la muerte, la una y yo.
A lo lejos tú, sintiendo
en tus brazos mi prisión:
en tus brazos donde late
la libertad de los dos.
Libre soy, siénteme libre.
Solo por amor.

Miguel Hernández




lunes, octubre 21, 2024

Ante la vida, sereno



Ante la vida sereno,
y ante la muerte, mayor;
si me matan, bueno:
si vivo, mejor.

No soy la flor del centeno
que tiembla al viento menor.
Si me matan bueno:
si vivo, mejor.

Aquí estoy, vivo y moreno,
de mi estirpe defensor.
Si me matan, bueno:
si vivo, mejor.

Ni al relámpago ni al trueno
puedo tenerles temor.
Si me matan, bueno:
si vivo, mejor.

Traidores me echan veneno
y yo les echo valor.
Si me matan, bueno:
si vivo, mejor.

El corazón traigo lleno
de un alegre resplandor.
Si me matan, bueno:
si vivo, mejor.

Miguel Hernández




domingo, octubre 20, 2024

Yo soy ardiente, yo soy morena. (Rima XI)



- Yo soy ardiente, yo soy morena,
yo soy el símbolo de la pasión;
de ansia de goces mi alma está llena;
¿a mí me buscas?
                      -No es a ti, no.

- Mi frente es pálida; mis trenzas, de oro;
puedo brindarte dichas sin fin;
yo de ternura guardo un tesoro;
¿a mí me llamas?
                      -No, no es a ti.

- Yo soy un sueño, un imposible,
vano fantasma de niebla y luz;
soy incorpórea, soy intangible;
no puedo amarte.
                      -¡Oh, ven; ven tú!

Gustavo Adolfo Bécquer




sábado, octubre 19, 2024

Déjame que me vaya



Déjame que me vaya,
madre, a la guerra.
Déjame, blanca hermana,
novia morena.
Déjame.

Y después de dejarme
junto a las balas,
mándame a la trinchera
besos y cartas.
Mándame.

Se van,
como un río, desde el puente
donde el agua no se siente…
¡Quién sabe si volverán!
Puente viejo, roto y mudo
en mitad del campo puesto:
pasó un pasado funesto
que a tu noble piedra pudo.
Se ha secado el manantial
del río bajo tus arcos,
y ni lagunas ni charcos
tienes: solo un arenal.
Un arenal que no corre,
que no suena, que no canta,
borró el agua en tu garganta
porque tu piedra se borre.
Esos hombres relucientes
que van a luchar con gana,
mañana por la mañana
construirán los nuevos puentes.

Miguel Hernández




viernes, octubre 18, 2024

La saeta





¿Quién me presta una escalera,
para subir al madero,
para quitarle los clavos a
Jesús el Nazareno?
      (Saeta popular)

¡Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar!

¡Cantar del pueblo andaluz,
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz!

¡Cantar de la tierra mía,
que echa flores
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!

¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar, ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!

Antonio Machado




jueves, octubre 17, 2024

Dos palabras



Esta noche al oído me has dicho dos palabras
comunes. Dos palabras cansadas
de ser dichas. Palabras
que de viejas son nuevas.

Dos palabras tan dulces, que la luna que andaba
filtrando entre las ramas
se detuvo en mi boca. Tan dulces dos palabras
que una hormiga pasea por mi cuello y no intento
moverme para echarla.

Tan dulces dos palabras
que digo sin quererlo - ¡oh, qué bella, la vida!
Tan dulces y tan mansas
que aceites olorosos sobre el cuerpo derraman.

Tan dulces y tan bellas
que nerviosos, mis dedos,
se mueven hacia el cielo imitando tijeras.

Oh, mis dedos quisieran
cortar estrellas.

Alfonsina Storni




miércoles, octubre 16, 2024

Todo, menos venir para acabarse



Todo, menos venir para acabarse

Todo, menos venir para acabarse.
Mejor rayo de luz que nunca cesa;
o gota de agua que se sube al cielo
y se devuelve al mar en las tormentas.

O ser aire que corra los espacios
en forma de huracán, o brisa fresca.
¡Todo, menos venir para acabarse
como se acaba, al fin, nuestra existencia!


¡Cómo galopa la sangre!

¡Cómo galopa la sangre!
¡Qué difícil detenerla
para que nos vaya al paso
cuando vive con tal fuerza!

Le he puesto duros bocados;
la he sujetado las riendas;
hay un viento que me puede
y la clava mil espuelas.
¡Yo no sé con este empuje,
yo no sé a dónde me lleva!

Concha Méndez




martes, octubre 15, 2024

Yo soy una mujer: nací poeta



Yo soy una mujer: nací poeta,
y por blasón me dieron
la dulcísima carga dolorosa
de un corazón inmenso.
En este corazón, todo llanuras
y bosques y desiertos,
han nacido un amor, interminable,
y un cantar gigantesco;
pasión que se desborda de la tierra
y que invade los cielos…
Ando la vida muerta de cansancio,
inclinándome al peso
de este afán, al que busca mi esperanza
un horizonte nuevo,
un lugar apacible en que repose
y se derrame luego
con la palabra audaz y victoriosa
dueña de mi secreto.
Yo necesito un mundo que no existe,
el mundo que yo sueño,
donde la voz de mis canciones halle
espacios y silencios;
un mundo que me asile y que me escuche;
¡lo busco, y no lo encuentro!…
Concha Espina




lunes, octubre 14, 2024

Sin Dios y sin vos y mí



I

Yo soy quien libre me vi,
yo, quien pudiera olvidaros:
yo soy el que, por amaros,
estoy, desque os conocí,
sin Dios y sin vos y mí.

II

Sin Dios, porque en vos adoro:
sin vos, pues no me queréis;
pues sin mí, ya está de coro
que vos sois quien me tenéis.
Así que triste nací,
pues que pudiera olvidaros
yo soy el que por amaros
estoy, desque os conocí,
sin Dios y sin vos y mí.

Jorge Manrique




domingo, octubre 13, 2024

Paz



(Entrada publicada hace ya tiempo y que actualizamos ahora con la incorporación de este vídeo)

Plantaremos olivos
donde antes había espinos.
Todos iguales
de la mano.
Todos distintos,
con una canción
de amor
en nuestros labios.
Plantaremos olivos.

¿A dónde va mi vuelo?
SHALOM, SALAM:
¡Por Dios, cesad el fuego!
SHALOM, SALAM:
¿A dónde va mi vuelo?
SHALOM, SALAM:

Y plantaremos olivos
donde antes hubo espinos.
Compartir, lo único urgente,
en este amanecer de siglo.
Plantaremos olivos
donde antes
había espinos.

¿A dónde va mi vuelo?
SHALOM, SALAM:
¡Por Dios, cesad el fuego!
SHALOM, SALAM:
¡... que estoy sin alas, sin aire, sin paz...
y sin olivo!

PAZ, PEACE, PAIX,
MIR, SHALOM, SALAM.
PAZ, PEACE, PAIX,
MIR, SHALOM, SALAM

Federico Mayor Zaragoza

Paco Damas

Propuesta didáctica

sábado, octubre 12, 2024

Encuentro



Ni tú ni yo estamos
en disposición
de encontrarnos.
Tú... por lo que ya sabes.
¡Yo la he querido tanto!
Sigue esa veredita.
En las manos
tengo los agujeros
de los clavos.
¿No ves cómo me estoy
desangrando?
No mires nunca atrás,
vete despacio
y reza como yo
a San Cayetano,
que ni tú ni yo estamos
en disposición
de encontrarnos.

Federico García Lorca




viernes, octubre 11, 2024

Baile





La Carmen está bailando
por las calles de Sevilla.
Tiene blancos los cabellos
y brillantes las pupilas.

¡Niñas,
corred las cortinas!

En su cabeza se enrosca
una serpiente amarilla,
y va soñando en el baile
con galanes de otros días.

¡Niñas,
corred las cortinas!

Las calles están desiertas
y en los fondos se adivinan,
corazones andaluces
buscando viejas espinas.

¡Niñas,
corred las cortinas!

Federico García Lorca




jueves, octubre 10, 2024

Epístola satírica y censoria contra las costumbres presentes de los castellanos, escrita a Don Gaspar de Guzmán, Conde de Olivares en su valimiento



No he de callar por más que con el dedo,
ya tocando la boca o ya la frente,
silencio avises o amenaces miedo.

¿No ha de haber un espíritu valiente?
¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?
¿Nunca se ha de decir lo que se siente?

Hoy, sin miedo que, libre, escandalice,
puede hablar el ingenio, asegurado
de que mayor poder le atemorice.

En otros siglos pudo ser pecado
severo estudio y la verdad desnuda,
y romper el silencio el bien hablado.

Pues sepa quien lo niega, y quien lo duda,
que es lengua la verdad de Dios severo,
y la lengua de Dios nunca fue muda.

Son la verdad y Dios, Dios verdadero,
ni eternidad divina los separa,
ni de los dos alguno fue primero.

Si Dios a la verdad se adelantara,
siendo verdad, implicación hubiera
en ser, y en que verdad de ser dejara.

La justicia de Dios es verdadera,
y la misericordia, y todo cuanto
es Dios, todo ha de ser verdad entera.

Señor Excelentísimo, mi llanto
ya no consiente márgenes ni orillas:
inundación será la de mi canto.

Ya sumergirse miro mis mejillas,
la vista por dos urnas derramada
sobre las aras de las dos Castillas.

Yace aquella virtud desaliñada,
que fue, si rica menos, más temida,
en vanidad y en sueño sepultada.

Y aquella libertad esclarecida,
que en donde supo hallar honrada muerte,
nunca quiso tener más larga vida.

Y pródiga de l'alma, nación fuerte,
contaba, por afrentas de los años,
envejecer en brazos de la suerte.

Del tiempo el ocio torpe, y los engaños
del paso de las horas y del día,
reputaban los nuestros por extraños.

Nadie contaba cuánta edad vivía,
sino de qué manera: ni aun un'hora
lograba sin afán su valentía.

La robusta virtud era señora,
y sola dominaba al pueblo rudo;
edad, si mal hablada, vencedora.

El temor de la mano daba escudo
al corazón, que, en ella confiado,
todas las armas despreció desnudo.

Multiplicó en escuadras un soldado
su honor precioso, su ánimo valiente,
de sola honesta obligación armado.

Y debajo del cielo, aquella gente,
si no a más descansado, a más honroso
sueño entregó los ojos, no la mente.

Hilaba la mujer para su esposo
la mortaja, primero que el vestido;
menos le vio galán que peligroso.

Acompañaba el lado del marido
más veces en la hueste que en la cama;
sano le aventuró, vengóle herido.

Todas matronas, y ninguna dama:
que nombres del halago cortesano
no admitió lo severo de su fama.

Derramado y sonoro el Oceano
era divorcio de las rubias minas
que usurparon la paz del pecho humano.

Ni los trujo costumbres peregrinas
el áspero dinero, ni el Oriente
compró la honestidad con piedras finas.

Joya fue la virtud pura y ardiente;
gala el merecimiento y alabanza;
sólo se cudiciaba lo decente.

No de la pluma dependió la lanza,
ni el cántabro con cajas y tinteros
hizo el campo heredad, sino matanza.

Y España, con legítimos dineros,
no mendigando el crédito a Liguria,
más quiso los turbantes que los ceros.

Menos fuera la pérdida y la injuria,
si se volvieran Muzas los asientos;
que esta usura es peor que aquella furia.

Caducaban las aves en los vientos,
y expiraba decrépito el venado:
grande vejez duró en los elementos.

Que el vientre entonces bien diciplinado
buscó satisfación, y no hartura,
y estaba la garganta sin pecado.

Del mayor infanzón de aquella pura
república de grandes hombres, era
una vaca sustento y armadura.

No había venido al gusto lisonjera
la pimienta arrugada, ni del clavo
la adulación fragrante forastera.

Carnero y vaca fue principio y cabo,
Y con rojos pimientos, y ajos duros,
tan bien como el señor, comió el esclavo.

Bebió la sed los arroyuelos puros;
de pués mostraron del carchesio a Baco
el camino los brindis mal seguros.

El rostro macilento, el cuerpo flaco
eran recuerdo del trabajo honroso,
y honra y provecho andaban en un saco.

Pudo sin miedo un español velloso
llamar a los tudescos bacchanales,
y al holandés, hereje y alevoso.

Pudo acusar los celos desiguales
a la Italia; pero hoy, de muchos modos,
somos copias, si son originales.

Las descendencias gastan muchos godos,
todos blasonan, nadie los imita:
y no son sucesores, sino apodos.

Vino el betún precioso que vomita
la ballena, o la espuma de las olas,
que el vicio, no el olor, nos acredita.

Y quedaron las huestes españolas
bien perfumadas, pero mal regidas,
y alhajas las que fueron pieles solas.

Estaban las hazañas mal vestidas,
y aún no se hartaba de buriel y lana
la vanidad de fembras presumidas.

A la seda pomposa siciliana,
que manchó ardiente múrice, el romano
y el oro hicieron áspera y tirana.

Nunca al duro español supo el gusano
persuadir que vistiese su mortaja,
intercediendo el Can por el verano.

Hoy desprecia el honor al que trabaja,
y entonces fue el trabajo ejecutoria,
y el vicio gradüó la gente baja.

Pretende el alentado joven gloria
por dejar la vacada sin marido,
y de Ceres ofende la memoria.

Un animal a la labor nacido,
y símbolo celoso a los mortales,
que a Jove fue disfraz, y fue vestido;

que un tiempo endureció manos reales,
y detrás de él los cónsules gimieron,
y rumia luz en campos celestiales,

¿por cuál enemistad se persuadieron
a que su apocamiento fuese hazaña,
y a las mieses tan grande ofensa hicieron?

¡Qué cosa es ver un infanzón de España
abreviado en la silla a la jineta,
y gastar un caballo en una caña!

Que la niñez al gallo le acometa
con semejante munición apruebo;
mas no la edad madura y la perfeta.

Ejercite sus fuerzas el mancebo
en frentes de escuadrones; no en la frente
del útil bruto l'asta del acebo.

El trompeta le llame diligente,
dando fuerza de ley el viento vano,
y al son esté el ejército obediente.

¡Con cuánta majestad llena la mano
la pica, y el mosquete carga el hombro,
del que se atreve a ser buen castellano!

Con asco, entre las otras gentes, nombro
al que de su persona, sin decoro,
más quiere nota dar, que dar asombro.

Jineta y cañas son contagio moro;
restitúyanse justas y torneos,
y hagan paces las capas con el toro.

Pasadnos vos de juegos a trofeos,
que sólo grande rey y buen privado
pueden ejecutar estos deseos.

Vos, que hacéis repetir siglo pasado,
con desembarazarnos las personas
y sacar a los miembros de cuidado;

vos distes libertad con las valonas,
para que sean corteses las cabezas,
desnudando el enfado a las coronas.

Y pues vos enmendastes las cortezas,
dad a la mejor parte medicina:
vuélvanse los tablados fortalezas.

Que la cortés estrella, que os inclina
a privar sin intento y sin venganza,
milagro que a la invidia desatina,

tiene por sola bienaventuranza
el reconocimiento temeroso,
no presumida y ciega confianza.

Y si os dio el ascendiente generoso
escudos, de armas y blasones llenos,
y por timbre el martirio glorïoso,

mejores sean por vos los que eran buenos
Guzmanes, y la cumbre desdeñosa
os muestre, a su pesar, campos serenos.

Lograd, señor, edad tan venturosa;
y cuando nuestras fuerzas examina
persecución unida y belicosa,

la militar valiente disciplina
tenga más platicantes que la plaza:
descansen tela falsa y tela fina.

Suceda a la marlota la coraza,
y si el Corpus con danzas no los pide,
velillos y oropel no hagan baza.

El que en treinta lacayos los divide,
hace suerte en el toro, y con un dedo
la hace en él la vara que los mide.

Mandadlo así, que aseguraros puedo
que habéis de restaurar más que Pelayo;
pues valdrá por ejércitos el miedo,
y os verá el cielo administrar su rayo.

Francisco de Quevedo




lunes, septiembre 09, 2024

El mar, la mar



El mar. La mar.
El mar. ¡Solo la mar!

¿Por qué me trajiste, padre,
a la ciudad?

¿Por qué me desenterraste
del mar?

En sueños la marejada
me tira del corazón;
se lo quisiera llevar.

Padre, ¿por qué me trajiste
acá?

Rafael Alberti

Calixto Sánchez

Rafael Alberti

Fernando Polavieja




Se querían



Se querían.
Sufrían por la luz, labios azules en la madrugada,
labios saliendo de la noche dura,
labios partidos, sangre, ¿sangre dónde?
Se querían en un lecho navío, mitad noche, mitad luz.

Se querían como las flores a las espinas hondas,
a esa amorosa gema del amarillo nuevo,
cuando los rostros giran melancólicamente,
giralunas que brillan recibiendo aquel beso.

Se querían de noche, cuando los perros hondos
laten bajo la tierra y los valles se estiran
como lomos arcaicos que se sienten repasados:
caricia, seda, mano, luna que llega y toca.

Se querían de amor entre la madrugada,
entre las duras piedras cerradas de la noche,
duras como los cuerpos helados por las horas,
duras como los besos de diente a diente solo.

Se querían de día, playa que va creciendo,
ondas que por los pies acarician los muslos,
cuerpos que se levantan de la tierra y flotando...
Se querían de día, sobre el mar, bajo el cielo.

Mediodía perfecto, se querían tan íntimos,
mar altísimo y joven, intimidad extensa,
soledad de lo vivo, horizontes remotos
ligados como cuerpos en soledad cantando.

Amando. Se querían como la luna lúcida,
como ese mar redondo que se aplica a ese rostro,
dulce eclipse de agua, mejilla oscurecida,
donde los peces rojos van y vienen sin música.

Día, noche, ponientes, madrugadas, espacios,
ondas nuevas, antiguas, fugitivas, perpetuas,
mar o tierra, navío, lecho, pluma, cristal,
metal, música, labio, silencio, vegetal,
mundo, quietud, su forma. Se querían, sabedlo.

Vicente Aleixandre





domingo, septiembre 08, 2024

Platero y yo



Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro. Lo dejo suelto y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo dulcemente: "¿Platero?", y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal... Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar; los higos morados, con su cristalina gotita de miel... Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña...; pero fuerte y seco por dentro, como de piedra... Cuando paseo sobre él, los domingos, por las últimas callejas del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y despaciosos, se quedan mirándolo: — Tiene acero... Tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo.

Juan Ramón Jiménez





sábado, septiembre 07, 2024

En la cara le daba el aire



En la cara le daba el aire,
y no se meneaba.

La sombra de los abedules
le bailaba en la cara;
y no parpadeaba.

Le manaba
del rincón de la boca
un hilillo de fresca baba.
Y no se le daba nada.

Era el hombre dormido.
¡Qué bien alentaba!

Y el sueño bendito
le despertaba
amor de balde
por sus entrañas
dulces, lejanas.

El sueño sin nombre
le desleía el alma.
El airecillo
le secaba las lágrimas.

Y él no sabía,
no sabía nada.

Agustín Garrcía Calvo

Amancio Prada




viernes, septiembre 06, 2024

Tengo en el pecho una jaula



Tengo en el pecho una jaula,
en la jaula dentro un pájaro,
el pájaro lleva dentro del pecho
un niño cantando
en una jaula
lo que yo canto.

El viento quisiera ser:
el viento que pasa y deja
un paisaje estremecido en tus ojos
y en el oído el eco.
El eco de una voz
que viene de muy lejos
y muy dentro de ti te canta
que eres tú también el viento cuando pasa.

Tengo en el pecho una jaula...

La noche quisiera ser:
La noche que con agujas de cristal
teje tus sueños
y el delirio que te enciende
cuando más sola estás
y nada esperas,
contigo a solas soñando
el negro sauce de la noche que te envuelve.

Tengo en el pecho una jaula...

La lluvia quisiera ser.
La lluvia mansa que cae
como un rumor de manzanas
en el desván de tu infancia lejos...
Y las primas jugando a casa casa
Para el ardor del alma
la lluvia fresca en el valle del silencio.

Pero tengo en el pecho una jaula,
en la jaula dentro un pájaro,
el pájaro lleva dentro del pecho
un niño cantando

Tengo en el pecho una jaula,
en la jaula dentro un pájaro,
el pájaro lleva dentro del pecho
un niño cantando,
en una jaula,
lo que yo canto.

Amancio Prada

Amancio Prada




miércoles, septiembre 04, 2024

Él iba solo



Él iba solo
tambaleándose...

Borracho de amor,
borracho de hambre,
borracho de alcohol,
quién sabe.

Él iba solo
tambaleándose.

Pedro Garfias

Enrique Morente




domingo, septiembre 01, 2024

Pon tu cuerpo a tierra





Ah, tierra tierra pon tu cuerpo a tierra
tierra tierra gitano tierra comba
paraíso gitano luna siembra
siembra siembra gitano siembra sombra.

Ah tierra pon tu cuerpo a tierra muerta
muerta gitano la esperanza muerta
gitano la esperanza muerta muerta
y la esperanza muerta muerta muerta.

Ah pon tu cuerpo a tierra tierra tierra
y siembra siembra siembra siembra siémbrate
en el cuenco del ojo tierra tierra

en la limosna de las manos tierra
en la lengua el escupitajo ¡escúpeles
con asco el asco de tu tierra! MUERTA.

José Heredia Maya

Aguaviva




viernes, agosto 30, 2024

Mi amigo el robot



El robot no necesita compañía.
El robot,
ni come, ni bebe
ni juega al amor.
El robot, no tiene bigote
ni sexo, ni dote,
ni gran corazón.
Nunca se enamora
y duerme a deshora
Tan solo obedece
el robot.
A veces le envidio
sus ojos de vidrio
que nunca han llorado.
Aunque no me entiende,
le cuento mis cosas
me quedo a su lado.
El robot no necesita compañia
y cuando la empresa
apaga sus luces
me siento en su nave
hasta el nuevo día
porque yo, ¡sí necesito compañía!

Gloria Fuertes

Son Ciempeses




Antifonero



Cuando decimos las cosas
sin darnos cuenta al tuntún
como palabras ociosas
y sin sentido común
al son del aire y del fuego
como leña que crepita
o como palo de ciego
en la música infinita
de la voz humana muda
ante el abismo de ser
entonces no cabe duda
el verbo se hace mujer
Estamos hablando en plata
o en oro según se entienda
El poeta mete la pata
pero nos quita la venda
Carlos Edmundo de Ory

Fernando Polavieja




martes, agosto 27, 2024

Tú eras el huracán y yo la alta. (Rima XLI)



Tú eras el huracán y yo la alta
torre que desafía su poder:
¡tenías que estrellarte o abatirme!…
¡No pudo ser!

Tú eras el Océano y yo la enhiesta
roca que firme aguarda su vaivén
¡tenías que romperte o que arrancarme!…
¡No pudo ser!

Hermosa tú, yo altivo; acostumbrados
uno a arrollar, el otro a no ceder;
la senda estrecha, inevitable el choque…
¡No pudo ser!

Gustavo Adolfo Bécquer

Benito Moreno




miércoles, agosto 21, 2024

Retrato de Silverio Franconetti





Entre italiano
y flamenco,
¿cómo cantaría
aquel Silverio?
La densa miel de Italia
con el limón nuestro,
iba en el hondo llanto
del siguiriyero.
Su grito fue terrible.
Los viejos
dicen que se erizaban
los cabellos,
y se abría el azogue
de los espejos.
Pasaba por los tonos
sin romperlos.
Y fue un creador
y un jardinero.
Un creador de glorietas
para el silencio.

Ahora su melodía
duerme con los ecos.
Definitiva y pura.
¡Con los últimos ecos!
Federico García Lorca




jueves, mayo 30, 2024

Miguel



No sabía que Miguel
muriera de España y cárcel.
No se podía saber.

Era yo un niño en el parque.

Bajó del penal al aire
un rebaño de palabras.
Estaban llenas de sangre.

Era yo un niño en la playa.

A aquellos montes de Málaga
tiraron todos sus versos
y sus penas y sus cabras.

Aquí se mató un almendro.

A tierra que mata almendros
yo no la puedo creer
aunque jure por sus muertos.

Manuel Alcántara




miércoles, mayo 29, 2024

Es la tierra de Soria



Es la tierra de Soria árida y fría.
Por las colinas y las sierras calvas,
verdes pradillos, cerros cenicientos,
la primavera pasa
dejando entre las hierbas olorosas
sus diminutas margaritas blancas.

La tierra no revive, el campo sueña.
Al empezar abril está nevada
la espalda del Moncayo;
el caminante lleva en su bufanda
envueltos cuello y boca, y los pastores
pasan cubiertos con sus luengas capas.

Antonio Machado




viernes, mayo 24, 2024

Toda mi ilusión la he puesto



Toda mi ilusión la he puesto
en la espera de un mañana.
¿Cómo vendrás? ¿Adornado
de blanca flor de retama
o de flor de pensamiento
que de luto se engalana?
¿Vendrás con rojas miradas
o con pálidas miradas?
¿Tendrás voz, tendrás sonrisa,
o no me guardarás nada?
¡Mañana, horizonte en niebla,
fiel timón de mi fragata:
hace tiempo que me llegas
con las velas desplegadas!

Josefina de la Torre

Paco Damas y Roko




miércoles, mayo 22, 2024

Las palabras



No me gaste las palabras
no cambie el significado
mire que lo que yo quiero
lo tengo bastante claro

si usted habla de progreso
nada más que por hablar
mire que todos sabemos
que adelante no es atrás

si está contra la violencia
pero nos apunta bien
si la violencia va y vuelve
no se me queje después

si usted pide garantías
sólo para su corral
mire que el pueblo conoce
lo que hay que garantizar

no me gaste las palabras
no cambie el significado
mire que lo que yo quiero
lo tengo bastante claro

si habla de paz pero tiene
costumbre de torturar
mire que hay para ese vicio
una cura radical

si escribe reforma agraria
pero sólo en el papel
mire que si el pueblo avanza
la tierra viene con él

si está entregando el país
y habla de soberanía
quién va a dudar que usted es
soberana porquería

no me gaste las palabras
no cambie el significado
mire que lo que yo quiero
lo tengo bastante claro

no me ensucie las palabras
no les quite su sabor
y límpiese bien la boca
si dice revolución.

Mario Benedetti

Emiliano Domínguez (Zapata)

Jesús Amaya

Tinta Roja




viernes, mayo 17, 2024

El niño somalí



(Dedicado a los mayores)

Hoy tengo la gripe,
pero no me duele la espalda.
Hoy solo me duele la mirada,
de ese niño somalí.
Es un niño que no tiene nada.
Niño sin juguetes, sin comida,
sin agua.

Estuve allí,
y le dije al niño somalí:
—Te traigo unos cuentos.
Y el niño me dijo con la mirada:
—Yo no estoy para cuentos
ni para nada.

Hoy yo tampoco estoy para versos
porque me duele la mirada
de ese niño de Somalia.

Es un niño que solo tiene moscas
En los ojos y en los labios secos.
(Son de esas moscas
que solo pican a los muertos).

Gloria Fuertes



miércoles, mayo 15, 2024

Balada interior



El corazón
que tenía en la escuela
donde estuvo pintada
la cartilla primera,
¿está en ti,
noche negra?

(Frío, frío,
como el agua
del río)

El primer beso
que supo a beso y fue
para mis labios niños
como la lluvia fresca,
¿está en ti,
noche negra?

(Frío, frío,
como el agua
del río)

Mi primer verso.
La niña de las trenzas
que miraba de frente,
¿está en ti,
noche negra?

(Frío, frío,
como el agua
del río.)

Pero mi corazón
roído de culebras,
el que estuvo colgado
del árbol de la ciencia,
¿está en ti,
noche negra?

(Caliente, caliente,
como el agua
de la fuente.)

Mi amor errante,
castillo sin firmeza,
de sombras enmohecidas,
¿está en ti,
noche negra?

(Caliente, caliente,
como el agua
de la fuente.)

¡Oh gran dolor!
Admites en tu cueva
nada más que la sombra.
¿Es cierto,
noche negra?

(Caliente, caliente,
como el agua
de la fuente.)

¡Oh corazón perdido!
¡Requiem aeternam!

Federico García Lorca

Arcángel





Algunas reflexiones en torno al significado del poema

martes, mayo 14, 2024

Gacela de la terrible presencia


(Huerta del Tamarit que perteneció a Clotilde García, tía de F.G.L.)

Yo quiero que el agua se quede sin cauce.
Yo quiero que el viento se quede sin valles.

Quiero que la noche se quede sin ojos
y mi corazón sin la flor del oro.

Que los bueyes hablen con las grandes hojas
y que la lombriz se muera de sombra.

Que brillen los dientes de la calavera
y los amarillos inunden la seda.

Puedo ver el duelo de la noche herida
luchando enroscada con el mediodía.

Resisto un ocaso de verde veneno
y los arcos rotos donde sufre el tiempo.

Pero no me enseñes tu limpio desnudo
como un negro cactus abierto en los juncos.

Déjame en un ansia de oscuros planetas,
¡pero no me enseñes tu cintura fresca!

Federico García Lorca

 

    Carlos Cano

    Juan Valderrama

    Toti Soler

    Carmen Linares

Carlos Cano

Juan Valderrama

Tito Soler

Carmen Linares





lunes, mayo 06, 2024

Canción de la madre del Amargo



Lo llevan puesto en mi sábana
mis adelfas y mi palma.

Día veintisiete de agosto
con un cuchillito de oro.

La cruz. ¡Y vamos andando!
Era moreno y amargo.

Vecinas, dadme una jarra
de azófar con limonada.

La cruz. No llorad ninguna.
El Amargo está en la luna.

Federico García Lorca


Miguel Poveda




jueves, abril 25, 2024

¡Ay!



El grito deja en el viento
una sombra de ciprés.

(Dejadme en este campo,
llorando.)

Todo se ha roto en el mundo.
No queda más que el silencio.

(Dejadme en este campo,
llorando.)

El horizonte sin luz
está mordido de hogueras.

(Ya os he dicho que me dejéis
en este campo,
llorando.)

Federico García Lorca


Miguel Poveda




Grito hacia Roma




(Desde la torre del Chrysler Building)

Manzanas levemente heridas
por finos espadines de plata,
nubes rasgadas por una mano de coral
que lleva en el dorso una almendra de fuego,
peces de arsénico como tiburones,
tiburones como gotas de llanto para cegar una multitud,
rosas que hieren
y agujas instaladas en los caños de la sangre,
mundos enemigos y amores cubiertos de gusanos
caerán sobre ti. Caerán sobre la gran cúpula
que untan de aceite las lenguas militares
donde un hombre se orina en una deslumbrante paloma
y escupe carbón machacado
rodeado de miles de campanillas.

Porque ya no hay quien reparta el pan ni el vino,
ni quien cultive hierbas en la boca del muerto,
ni quien abra los linos del reposo,
ni quien llore por las heridas de los elefantes.
No hay más que un millón de herreros
forjando cadenas para los niños que han de venir.
No hay más que un millón de carpinteros
que hacen ataúdes sin cruz.
No hay más que un gentío de lamentos
que se abren las ropas en espera de la bala.
El hombre que desprecia la paloma debía hablar,
debía gritar desnudo entre las columnas,
y ponerse una inyección para adquirir la lepra
y llorar un llanto tan terrible
que disolviera sus anillos y sus teléfonos de diamante.
Pero el hombre vestido de blanco
ignora el misterio de la espiga,
ignora el gemido de la parturienta,
ignora que Cristo puede dar agua todavía,
ignora que la moneda quema el beso de prodigio
y da la sangre del cordero al pico idiota del faisán.

Los maestros enseñan a los niños
una luz maravillosa que viene del monte;
pero lo que llega es una reunión de cloacas
donde gritan las oscuras ninfas del cólera.
Los maestros señalan con devoción las enormes cúpulas sahumadas;
pero debajo de las estatuas no hay amor,
no hay amor bajo los ojos de cristal definitivo.
El amor está en las carnes desgarradas por la sed,
en la choza diminuta que lucha con la inundación;
el amor está en los fosos donde luchan las sierpes del hambre,
en el triste mar que mece los cadáveres de las gaviotas
y en el oscurísimo beso punzante debajo de las almohadas.
Pero el viejo de las manos traslúcidas
dirá: Amor, amor, amor,
aclamado por millones de moribundos;
dirá: amor, amor, amor,
entre el tisú estremecido de ternura;
dirá: paz, paz, paz,
entre el tirite de cuchillos y melones de dinamita;
dirá: amor, amor, amor,
hasta que se le pongan de plata los labios.

Mientras tanto, mientras tanto ¡ay!, mientras tanto,
los negros que sacan las escupideras,
los muchachos que tiemblan bajo el terror pálido de los directores,
las mujeres ahogadas en aceites minerales,
la muchedumbre de martillo, de violín o de nube,
ha de gritar aunque le estrellen los sesos en el muro,
ha de gritar frente a las cúpulas,
ha de gritar loca de fuego,
ha de gritar loca de nieve,
ha de gritar con la cabeza llena de excremento,
ha de gritar como todas las noches juntas,
ha de gritar con voz tan desgarrada
hasta que las ciudades tiemblen como niñas
y rompan las prisiones del aceite y la música,
porque queremos el pan nuestro de cada día,
flor de aliso y perenne ternura desgranada,
porque queremos que se cumpla la voluntad de la Tierra
que da sus frutos para todos.

Federico García Lorca


    Miguel Poveda

Miguel Poveda







Poema en libro, obsequio del Gobierno de España a los miembros de la Unión Europea

viernes, abril 12, 2024

Hay un niño en la calle



A esta hora exactamente,
hay un niño en la calle.
¡Hay un niño en la calle!

Es honra de los hombres proteger lo que crece,
cuidar que no haya infancia dispersa por las calles,
evitar que naufrague su corazón de barco,
su increíble aventura de pan y chocolate,
poniéndole una estrella en el sitio del hambre,
de otro modo es inútil, de otro modo es absurdo
ensayar en la tierra la alegría y el canto,
porque de nada vale si hay un niño en la calle.

"Todo lo tóxico de mi país a mí me entra por la nariz
Lavo autos, limpio zapatos, huelo pega y también huelo paco
Robo billeteras pero soy buena gente, soy una sonrisa sin dientes
Lluvia sin techo, uña con tierra, soy lo que sobró de la guerra
Un estómago vacío, soy un golpe en la rodilla que se cura con el frío
El mejor guía turístico del arrabal, por tres pesos te paseo por la capital
No necesito visa para volar por el redondel porque yo juego con aviones de papel
Arroz con piedra, fango con vino, y lo que me falta me lo imagino."

No debe andar el mundo con el amor descalzo
enarbolando un diario como un ala en la mano
trepándose a los trenes, canjeándonos la risa,
golpeándonos el pecho con un ala cansada,
no debe andar la vida, recién nacida, a precio,
la niñez arriesgada a una estrecha ganancia,
porque entonces las manos son inútiles fardos
y el corazón, apenas, una mala palabra.

"Cuando cae la noche duermo despierto, un ojo cerrado y el otro abierto
Por si los tigres me escupen un balazo mi vida es como un circo
Pero sin payaso
Voy caminando por la zanja haciendo malabares con 5 naranjas
Pidiendo plata a todos los que pueda en una bicicleta de una sola rueda
Soy oxígeno para este continente, soy lo que descuidó el presidente
No te asustes si tengo mal aliento, si me ves sin camisa con las tetillas al viento
Yo soy un elemento más del paisaje, los residuos de la calle son mi camuflaje
Como algo que existe que parece de mentira, algo sin vida pero que respira."

Pobre del que ha olvidado que hay un niño en la calle,
que hay millones de niños que viven en la calle
y multitud de niños que crecen en la calle,
yo los veo apretando su corazón pequeño,
mirándonos a todas con fábula en los ojos,
un relámpago trunco les cruza la mirada,
porque nadie protege esa vida que crece
y el amor se ha perdido, como un niño en la calle.

Oye a esta hora exactamente hay un niño en la calle.
Hay un niño en la calle.

Armando Tejada Gómez
René Pérez (Residente), las dos estrofas entrecomilladas


    Mercedes Sosa

    Mercedes Sosa & El Cigala

    Daniel Toro

    Horacio Guarany

    Chavela Vargas

Mercedes Sosa

Mercedes Sosa & El Cigala

Daniel Toro

Horacio Guarany


Ver el poema original completo

domingo, abril 07, 2024

Algo ocultas



Algo ocultas muy adentro, algo
que has ido creando con el tiempo
y enmascarando con las sombras.

Lo tienes escondido tan al fondo
que ni siquiera tú lo vislumbras
entre la maraña de simulaciones.

Es una semilla casi inexistente
que pugna en el seno de la nada;
un deseo, quizá, que te atraviesa

de arriba abajo y que aún no tiene
objeto ni entidad; un sentimiento
sin motivo aparente, despreciado

por su escasa magnitud, que teje
poco a poco una red de vínculos
secretos; o una idea imprecisa

forjada lentamente en la tiniebla,
donde a veces irrumpe un ínfimo
fulgor. Mientras tanto, fructifica

dentro de ti la herida que supura
la presencia de algo inconcebible
bajo la sospecha de lo inesperado,

que busca en el latido de la sangre
y en la complicidad de las palabras
la inexplicable forma del poema.

Alejandro Valero


domingo, marzo 31, 2024

Palestina: 1950 - 1967



Nuestro ojo se detiene en una tierra seca.
El sol golpea con violencia.
El plano de visión se va abriendo poco a poco. Una madre llora en la arena.
La muerte de un hijo. Se sigue abriendo el plano. Nuestra pupila enfoca desde el aire. Se detiene.
Un campamento. Refugiados. Tierra devastada. Ocupación.
Es Palestina. Es 16 de Diciembre. Es 1950. Allí nace un niño. Ese niño es mi padre.
Nacer en Palestina significa
tener la mirada llena de alambradas, no poseer más tierra que la de tus zapatos.
La ocupación convirtió la infancia de mi padre
en una palabra tachada,
en un brusco trayecto hacia la adolescencia.
Corría su niñez en pantalón corto
perseguida por la imagen borrosa de los amigos perdidos,
de otros niños arrancados de la vida a cañonazos.

Dice, dice que su infancia fue feliz, con sus dos bolsillos llenos
de palomas muertas hasta los bordes.
Allí vio a la fatalidad, como un habitante más,
cruzando por la calle,
cruzando la alambrada,
cruzando hasta su vida,
la desesperanza empotrada en las costillas.

Dice que su infancia fue feliz.
Nunca quise preguntar mucho por su adolescencia.
Porque sé que fue un joven abrochado a un fusil,
un imberbe bajo el plomo.
No tuvo que ser fácil resolver esa ecuación:
guerra, ocupación y adolescencia.

Los primeros años de su vida se fueron por el desagüe de la historia, pisoteados por la bota militar del siglo XX.

La guerra lo convirtió
en huérfano de su propia niñez,
en viudo de los mejores años de su juventud,
en el hijo ilegítimo de la derrota.
Aprendió a correr en 1967.
Se libraba la Guerra de los Seis Días en Palestina.
El desastre lo empapaba todo con sus manos. La muerte se bajó en su parada,
iba a por él y sus amigos,
a recogerlos en la valla del colegio. Tres jóvenes conforman la escena,
tres jóvenes reclutas.
Dieciséis años, dieciséis ventanas a la catástrofe. Palestina significa catástrofe.
Ellos lo saben, nacieron en la tierra equivocada. Para otros tener dieciséis
pasaba por invitar a chicas hermosas a apurar la vida,
pero Palestina significa desconsuelo,
significa humillación.

Palestina es una vista panorámica del desasosiego,
el nombre en árabe de la desesperación.
Palestina es ningún lugar,
una tierra inexistente en los registros,
kilómetros cuadrados de amargura.

Como decía: dieciséis años, tres niños asustados, varios tanques a su encuentro.
Allí vio mi padre a la amistad
colgar desangrada de esa valla
que uno de ellos nunca pudo superar.

Corrió. El corrió.
Corrió hacia las montañas, corrió como quien busca otra vida, algún despiste del destino que le permitiera contarlo.
Debió equivocarse la guadaña
porque quien escribe esto es su hijo.
Este poema es la deuda que tenía con él, con sus pies que nacieron descalzos y sin tierra,
con sus pies doloridos que no pudieron pisar nunca
un metro cuadrado de tranquilidad,
mi deuda con sus pies que corrieron bajo el fuego enemigo, mi deuda con sus piernas que temblaron bajo el fuego enemigo,
mi deuda con sus manos atadas por el odio enemigo.

Gracias padre, por correr para que hoy yo estuviera aquí.
Seguramente en Palestina haya una bala fallida
con mi nombre escrito en el acero.

Yo sé que ha pasado el tiempo,
pero no se puede mirar a la muerte a los ojos y regresar intacto. Nadie, nadie puede.

Palestina significa ocupación, injusticia, derrumbe. En esto consistió la vida de mi padre allí.

Episodios como estos hacen
que uno nunca llegue a ser del todo adulto
y nunca pueda ser del todo un niño.
La infancia se va. El agujero, el agujero permanece.
No conozco a ningún palestino
al que no le duela un país entero dentro.
No lo conozco.

Huir, plantar tus doloridas raíces en otra tierra
—como si eso fuera posible—
era la única puerta a la esperanza,
una vida sin señales de retorno. Es difícil vivir cuando se está
a 15 minutos del próximo estruendo,
tan al borde de otra nueva humillación.

Y de luto las palabras, de luto los hermanos,
de luto las escuelas y el refugio, de luto bicicletas,
de luto el aire la risa cancelada los olivos los pañuelos, todo de luto.

Y luego el silencio.
A la historia de Palestina la acompaña el silencio.
Mi padre es un hijo del desastre
e hijo del silencio.
Todos los palestinos que abandonaron
un día sus casas para no volver,
aquellos que buscaron esquivar el daño en otra tierra,
son hijos del silencio.
Son los escritores de novelas sin páginas
que cuentan esas historias
en las que la obligación de emigrar
convierte a los hombres en familia de la nada,
con sus padres lejos, sus hermanos lejos,
con su patria ausente
y sus sueños desbaratados en alguna parte.

Debería acabar ya este poema.
Darle al botón de apagado del renglón.
Necesito un final.

Os contaré algo: lo que me produce saber que mi padre tuviera que soportar la brutalidad del hombre siendo niño.
Pienso en él con 5 años, temblando, en tierra hostil
con su cuerpo diminuto,
con su pequeña alma de refugiado y solo quisiera acudir en su busca
tomarlo en brazos, salvarlo de aquello,
abrazarlo y acariciarlo,
poder acunar al niño que fue mi padre y protegerlo,
llevarlo de la mano a algún parque
a comer helado, jugar con él, sentir su risa,
hacerle cosquillas, hacer lo que sea
para abrir las puertas que se le cerraron dentro
y que olvide todo lo que tuvo que pasar siendo tan frágil.

Y al abrazarlo, ser el hombre
que salva a todos los niños indefensos,
a todos los que pagan en su niñez
la brutalidad del mundo adulto,
ser el guardián entre el centeno,
salvar a quien se asome al precipicio.

Eso quisiera, eso quisiera.

Desde que tengo consciencia de esto,
jamás he dejado de preguntarme
—y ahora te hablo a ti, Padre—,
cómo lo lograste,
cómo lo hiciste para,
no traer nada de eso a nuestras vidas,

cómo pudiste con aquello,
cómo diablos lograste
después de todo,
seguir teniendo tanta luz en la mirada.

Marwan


lunes, marzo 25, 2024

Quiero... Sueño...







No me contéis más cuentos.
Contad
y recontadme este sueño.
Romped,
rompedme los espejos,
deshacedme los estanques,
los lazos,
los anillos,
los cercos,
las redes,
las trampas
y todos los caminos paralelos.
Que no quiero,
que no quiero,
que no quiero,
que me arrullen con cuentos;
que no quiero,
que no quiero,
que no quiero,
que no quiero que me sellen la boca y los ojos con cuentos;
que no quiero,
que no quiero,
que no quiero,
que no quiero que me entierren con cuentos;
que no quiero,
que no quiero,
que no quiero,
que no quiero verme clavado en el tiempo,
que no quiero verme en el agua,
que no quiero verme en la tierra tampoco,
que no quiero verme a su ovillo como un hilo de baba sujeto…
Quiero verme en el viento,
quiero verme en el viento,
quiero verme en el viento,
quiero verme en el viento.
Quiero, ¡quiero!… sueño… ¡sueño!…
Soy gusano que sueña … y ¡sueño!…
¡verme un día volando en el viento!

León Felipe

Evoéh

César Gómez